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Domingo 20 de mayo de 2012, Costa Rica

Domingo 20 de mayo de 2012

El Evangelio de hoy

Álvaro Sáenz Zúñiga, presbítero

asaenz@liturgo.org.

Celebramos la Ascensión del Señor. La fiesta plantea dos situaciones. El regreso del Verbo al Padre. Terminada la tarea y habiendo triunfado en su misión, vemos su ascenso. El Verbo, humanizado en Jesús regresa al Padre y lleva consigo el trofeo de su misión: la naturaleza humana. Si el Verbo es Dios, la naturaleza humana no lo es y debe ser divinizada. Desde la Ascensión, uno de nosotros es Dios, nuestra naturaleza está ahora en Dios.

El evangelio plantea el último encuentro de Jesús con sus apóstoles. Él no estará más con ellos y les da su última instrucción: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación”.

Como Iglesia, los creyentes fuimos enviados por Jesús, llenos de poder, a anunciar la buena

noticia. Quizá el mundo rechace el mensaje, pero debemos insistir en el anuncio de Jesús. Si acoger el evangelio es condición para la salvación, el anuncio debe ser constante y perfecto.

Los que anuncian el Reino tienen signos curiosos: “arrojarán demonios”, quizá porque rompen las cadenas de la esclavitud. “Cogerán serpientes con las manos”, porque estamos capacitados para luchar contra el pecado mediante la Palabra de Dios. “Beberán un veneno mortal sin ser dañados”. El veneno del odio nos amenaza, pero con el Señor somos inmunes. “Tendrán capacidad para curar”. La salvación viene de Dios: anunciemos el Evangelio. La Palabra de Dios, predicada por la Iglesia, produce la salud.

Los Apóstoles anunciaron a Jesús al mundo entero. La buena noticia es que fuimos liberados

del pecado y de la muerte por Jesús, Hijo de Dios hecho carne, que murió por nosotros y que,

resucitado, nos abrió las puertas del Cielo.