Se buscan héroes. No sobran. La humanidad siempre los ha buscado. Los necesita. Simbolizan los sueños de muchos, reúnen las cualidades de pocos (o de varios juntos), honran a las generaciones pasadas, alegran a las actuales, inspiran a las que están en crecimiento.
“Vanal gloria”, dicen algunos, un puñado, mientras el pueblo celebra, sin reparar que los Andrey Amador, los Warner Rojas y los Nery Brenes dan esperanza, alegría, ilusión, una causa en qué creer, aunque sea tan solo la de vencer mitos (¡como si fuera poco!).
Recién conquistada la cima del Everest por nuestro compatriota, invitamos a los lectores en facebook a definir con una palabra lo conseguido por el escazuceño. En un dos por tres llovieron adjetivos y sustantivos: épico, grande, perseverante, histórico, orgullo, indescriptible, ejemplo, extraordinario, único, monumental, perseverancia, proeza, fabuloso, sacrificio, hombrada, Dios, disciplina. En medio de tanto homenaje, no faltaron unos cuantos que mostraron disconformidad: vagancia, tontera, carebarro... “ahora que venga a ayudar a erradicar la pobreza en Costa Rica”.
Es cierto que el ascenso a la cima del mundo no soluciona muchos problemas nacionales, pero no hay mayor limitación que la de un país sin ilusiones ni referentes; también es cierto que el triunfo en una etapa del Giro no arregla los problemas viales de nuestro país, pero abre un sendero al niño que inspirado se deja decir: “cuando yo sea grande...”
Cuando se juntan el talento, la disciplina, el sacrificio y el apoyo (este último ingrediente no siempre sobra) se rompe el “no se puede”, toda una estructura de pensamiento que encuentra bases firmes en muchos hombres y países. Sucede igual aquí o en China, aunque cobra un valor especial en países como el nuestro, donde la palabra “subdesarrollados” se aprende desde la escuela, es machacada en el colegio y repetida en la universidad. La llegamos a asumir como propia, casi parte de nuestro ADN cultural, como una condición contra la que poco o nada se puede hacer.
Los grandes triunfos deportivos, bienvenidos, son una invitación a invertir; invertir desde las instancias gubernamentales como una causa social; invertir incluso con motivaciones comerciales, con las que la empresa privada se beneficie al tiempo que promueve el deporte.
Favorecidos este año con la medalla de oro de Nery Brenes en el Mundial de Atletismo Bajo Techo, con la clasificación a Juegos Olímpicos de ocho representantes (como nunca antes), con el triunfo de Andrey Amador, el primer tico en la historia que gana una etapa en una de las tres grandes carreras ciclísticas a nivel mundial y ahora con el ascenso de Warner Rojas al Everest estamos recogiendo más de lo pretendido y planificado como país, gracias al talento y esfuerzo de cada vez más sectores.
Sus triunfos quedarán en la conciencia colectiva y de alguna forma, seguros estamos, han variado un poco de lo que soñamos, pretendemos y buscamos. Las cimas “imposibles” son hoy un reto. Ya no somos los mismos.