Nacionales
Domingo 27 de mayo de 2012, Costa Rica

Cosas de la vida

Ese misterioso y extraño hilo invisible...

Ana Coralia Fernández Arias

Periodista

Cuando Warner Rojas alcanzó la cima de sus primeras montañas quizá la noticia fue para su madre, su familia y sus amigos más cercanos. Para nadie más.

Pero cuando un sueño se convierte en obsesión, hace que muchos despierten de su letargo.

Si Franklin, Silvia, Claudia, Laurence, Nery, Hannah, Bryan, Andrey y Warner, entre algunos que se me escapan, no hubiesen tenido un sueño así, todos los demás pensaríamos que la casa llegaba hasta la tapia que limita el patio. Pero ellos vieron más allá.

En la banderita que llevó cada uno, fuimos todos encaramados.

Así, fuimos al espacio, nadamos como bólidos, corrimos como ráfagas, peleamos como titanes, pedaleamos como centellas y escalamos la cima del mundo.

¿En qué parte del cuerpo estará enrolladillo ese hilo invisible que nos hace hermanos cuando se da algo maravilloso y sublime?

De pronto nos sentimos orgullosos y parecemos todos del mismo barrio, y nos motiva y nos carga las pilas que uno de nosotros alcance la gloria y la comparta con ese gesto único que nos identifica a veces a todos los ticos.

También aplica para los errores y por eso cuando alguno se equivoca, nos sentimos avergonzados y nos pesan los párpados.

Recae ahora en los atletas esta misión de contagiarnos de alegría y metas colectivas. No hay que dejar de ver a los artistas, a los escritores, a los inventores y a los que en lo anónimo y cotidiano también sacan al país adelante con su granito de arena.

Por mi parte, gracias. ¡Jamás imaginé que a mi edad, en los ojos de Franklin, pudiese ver al planeta azul desde mi nave o acariciar la cumbre del Everest en las manos de Warner.