Nacionales
Domingo 16 de septiembre de 2012, Costa Rica

De hoy

Evangelio

Álvaro Sáenz Zúñiga, presbítero

asaenz@liturgo.org

¿Quién es Jesús? Es una pregunta importante. El Señor quiere percibir el resultado de su tarea evangelizadora y sondea a sus más cercanos preguntándoles lo que la gente piensa sobre él: “¿Quién dice la gente que soy yo?”.

Obtiene una respuesta que alude a los últimos tiempos, con la reaparición de grandes figuras hebreas, pero sin un criterio claro. Y Jesús va directamente al corazón de los suyos: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Posiblemente hubo un silencio, pero Pedro responde por todos: “Tú eres el Mesías”.

San Marcos corta la escena con una orden precisa de Jesús: esto no deben decirlo. Y les instruye sobre su tarea, la cruz. Quiere evitar en ellos falsas expectativas. El Hijo del hombre “debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; ser condenado a muerte y resucitar después de tres días”.

El mensaje, pesado y denso, es contestado radicalmente por Pedro, que quizá espera un mesías exitoso, y quiere forzar a Jesús a evitar el trance amargo. Y si antes dijo algo excelente, ahora recibe del Señor uno de los reproches más duros: “¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás!”. Jesús, como maestro, va delante, y nadie debe bloquear su misión, por ello llama a Pedro Satanás. Y agrega: “Tú piensas como los hombres, no como Dios”. Así aprendemos que nuestro Dios no se parece a nosotros sino que ve el panorama desde un ángulo diferente, que incluye la cruz y el dolor como parte de la restauración de la humanidad. Y agrega: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”.

Seguir a Cristo supone abandonar seguridades y privilegios. Su reino no es enclenque, sino exigente y ascético. Cristo siempre propone la cruz, una cruz que se abraza con paz y se lleva con alegría. Cumplir la voluntad de Dios será manifestar que entendimos a Jesús, Mesías. Hoy el mundo rechaza eso de “renunciar a uno mismo”. Pero no hay opción. Cristo exige que le imitemos y que sigamos detrás de él. Solo así alcanzaremos el Reino de los cielos.