Periodista
Nery Brenes toma con estoicismo su reciente eliminatoria del Mundial de Atletismo en Daegu: “Esto me deja enseñanzas”, dice y remata: “Todas las carreras son distintas”.
Sin duda alguna, las de la pista y las de la vida, todas las carreras son diferentes y nos exigen más, siempre más.
A diferencia de la gente común, el atleta está entrenado para dar todo de sí y más de lo que da al siguiente segundo.
Si no, solo hay que asomarse a las trilladas declaraciones de los futbolistas cuando dicen que lo dieron todo y “Guima” asevera que el que jugaron fue un buen partido porque sus muchachos quedaron fundidos y uno hasta siguió jugando con todo y un hombro dislocado...
En el sacrificado mundo de los atletas esto es pan de cada día y por eso cuando Nery asegura que aprendió lecciones de un año duro y atípico como el que protagoniza, se pueden sacar de sus propias lecciones de vida, algunas conclusiones que sirven para el ganso y para la gansa:
No basta correr mucho al principio, hay que saber cerrar.
No basta con darlo todo en un punto al inicio o al final, hay que dar el máximo a lo largo del trayecto.
La meta siempre es la siguiente: no se ha terminado con una cuando ya hay que estar pensando en la que sigue.
Hay tiempo para sentirse agotados, pero hay que seguirlo intentando; la que vale es la milla adicional, ese esfuerzo que nos deja tendidos y sin aliento, ese metro más, esa idea fija de no solo hacerlo bien, sino de hacerlo mejor.
Nery corre para él, pero también lo hace para nosotros y para la gran escuela que implica vivir cada día.
¿Tiempo para la tristeza o la frustración? ¡Olvídenlo! El que se detiene queda rezagado y no hay chance de hacer berrinche o de protestar.