Redactor
Alajuela. - Con su plantel estelar, sus cuatro seleccionados y con el cartel de líder y favorito sobre el pecho y espalda... Así enfrentó Alajuelense el encuentro de ayer en su cancha.
Pero nada de eso le sirvió ante un Santos de Guápiles que se apoderó del Morera Soto, golpeó en el momento justo, jugó mejor, supo plantarse en el campo y se aprovechó de la desesperación manuda para llevarse una victoria importante, con invicto incluido.
Los manudos se vieron mal, no encontraron claridad en su juego, quizá la mente quedó en Los Ángeles, donde perdieron el jueves ante el Galaxy.
Ayer siguieron en otra galaxia, no llegaron nunca al juego, principalmente el meta Iván García, quien en la segunda parte se vio nervioso, asustado, sin confianza. Y eso que no tenía ni a Landon Donovan, ni a David Beckham, ni a Robie Keane al frente.
Tuvo eso sí a Esteban Maitland, quien se aprovechó de la mala marca de José Salvatierra para cabecear en el borde del área pequeña y abrir el marcador en la primera mitad y en el complemento se topó con Daniel Varela, el pequeño jugador le ganó por fuerza a Marcelo Fazzio, vio como García nunca salió por una pelota que parecía de él y cuando el arquero por fin se decidió a salir, tarde, tocó por encima para ponerle cifras definitivas al juego.
Cero de dos
Óscar Ramírez sacó todo su arsenal, Cristian Lagos, Minor Díaz, Alejandro Alpízar juntos por primera vez... Sin resultados favorables, con silbidos en las gradas. La desesperación se apoderó de los erizos y eso los llevó a fallar en el pase, en el remate, en la marca. Alajuelense se fue con todo al frente sin ideas claras, más con corazón que con razón.
Tuvo el chance de meterse en la pelea, de entrar otra vez en el partido, de cruzar la línea, sacudirse y darse cuenta de lo que pasaba en su cancha.
El árbitro Allen Quirós sancionó penal en una dudosa falta de Esteban Maitland sobre Carlos Clark. La oportunidad de oro para meterse en el juego.
Minor Díaz tomó el balón, se tuvo confianza, pero el fantasma de lo ocurrido en Puntarenas apareció. El arquero Wardy Alfaro, exmanudo, adivinó el disparo, se dejó la pelota y apagó toda esperanza manuda.
Los manudos nunca despertaron, más bien terminaron sufriendo, y muy tarde, con el final, salieron de esa galaxia en la que parece se encontraron los 90 minutos y que le costaron el invicto de 18 partidos en su cancha.