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Domingo 17 de julio de 2011, San José, Costa Rica

Unidos por la sangre, el apellido y un riñón

Los hermanos Solano jugaron juntos de pequeños, viven en la misma calle, le hacen mandados el uno al otro y tienen un vínculo adicional que nunca los podrá separar: José lleva dentro uno de los riñones de Luis.

Hace tres años, la presión arterial alta, el excesivo cansancio y el dolor de piernas alertaron a don José de que padecía un mal renal.

Cuando la hemodiálisis (proceso de limpieza de la sangre mediante una máquina) se hizo insuficiente, los médicos le informaron que requería un trasplante de riñón.

A su esposa Pilar y a sus ocho hermanos les practicaron análisis para determinar si alguno funcionaba como donante. Solo Luis y Pilar resultaron compatibles.

Sin pensarlo dos veces, don Luis accedió a practicarse todos los tratamientos necesarios para regalarle a su hermano el órgano que lo salvaría.

“Nunca me dio miedo; había que hacerlo”, afirmó Luis.

Ambos aseguran que la experiencia que les tocó vivir los unió más de lo que ya eran.

El próximo 10 de setiembre cumplirán el tercer aniversario. José comentó que al principio pensaba en jugar lotería con los números.

Don Luis lleva una vida completamente sana; donar un riñón solo le costó un mes de incapacidad.

José, en cambio, no ha podido volver a trabajar. La cantidad de medicamentos le dañó la vista y le extirparon un cuerpo canceroso. Además, no puede mojarse y tampoco calzarse los dientes, por el riesgo de una infección.

Sin embargo, considera que tiene una nueva vida.