A las 8:23 p.m. con un teatro Melico Salazar colmado de la luneta hasta el cuarto piso, el argentino salió con fuerza al escenario, saludó y arrancó su recital acústico con “Y dale alegría a mi corazón”.
Esa pieza tan coreada por las barras bravas de fútbol, ayer Fito la repartió. Al repertorio se le unió “11 y 6 “, oportunidad para que su gente demostrara cómo andaban de memoria.
La gente la siguió y Rodolfo Páez Ávalos agregó: “¡Así canta San José!”.
El reloj daba las 8:36 p.m., y el momento de agitar su cabeza y sus colochos llegó con aquel éxito que grabó junto al español Joaquín Sabina, nos referimos a “Llueve sobre mojado”, con voces del aforo respaldando el “Bla, bla, bla, bla, blaaa... bla, blaaa”.
Su pie izquierdo azotaba contra el piso marcando el ritmo, y al final de cada tema las luces del recinto aparecían, luego se desvanecían para seguir con el ambiente íntimo y la siguiente canción.
Sin atarse a una lista determinada, era lo que allí le nacía tocar al también cineasta, improvisar era su batuta y el piano su orquesta. De esa caja, iba sacando sus 31 años de carrera artística.
“Hay una lista, pero se me desarma igual”, bromeó.
“Pétalo de sal” y “Desarme y sangra” prosiguieron y entre los asistentes le gritaban las féminas “¡Te amo Fito!”, y los caballeros “¡Grande maestro!”
“Con esta pieza me quisieron muchas chicas, hasta el infinito, pero fui odiado por sus maridos”, expresó Páez, al dar a pie “Dos días en la vida”.
Antes de cada interpretación sus dedos resbalaban por el teclado, como bien lo dijo él en la entrevista con Al Día: “Hay un flaco dentro de una habitación, sentado al piano, escuchando que trae esa música”. Así endulzó los oídos, hipnotizó a los presentes con sus solos de piano, todos callaban, se deleitaban con su talento y esperaban su señal para unirse al coro, a ritmo de tango entonando “La última curva”, “Las tumbas de la gloria” y “Te vi”, señalando a una chica del público.
Pasadas las 9:34 p.m. derrochó “Al final del camino”, “Ciudad de pobres corazones” y “A rodar mi vida”.
El grito de “¡oee, oee, oee! ¡Fito!, ¡Fito!” se armó y el cantante de 48 años, les dio su reverencia para meterse al camerino, y luego, salir de vuelta para acercarse al cierre del “show”.
“Yo vengo a ofrecer mi corazón” la cantó a capela.
En ese instante la cabeza del compositor no estaba en “Canciones para ‘aliens’”, el disco que está por salir el 30 de agosto... no, estaba con los ticos, improvisando qué nota le doy ahora al piano.
Cerca de las 9:50 p.m. finalizó con “Mariposa Teknicolor”. “Chao, hasta mañana”, dijo porque hoy a la 8 p.m. va de nuevo.