Deportes
Domingo 13 de noviembre de 2011, Costa Rica
Pasión por el deporte

Una razón para dejar un “Churchill”

Antonio Alfaro, editor

analfaro@aldia.co.cr

El “Churchill” se derretía en mi boca prometiendo devolverme el alma al cuerpo. El alma al menos, que no es poca cosa. Nada podía hacer con las adoloridas piernas o el desvelo de la noche en que la adrenalina venció al sueño. No hubo mucha tregua entre San José y Puntarenas, de un relevo al otro, de una historia a la siguiente, de un titánico esfuerzo a un momento de desmayo, propio o del compañero.

Escarchado, capaz de enfriar la boca, la garganta y los pensamientos, con las dos leches, en polvo y condensada, frente al mar en el caluroso Puntarenas, el “Churchill” sabía a gloria, endulzaba el reto cumplido. Premiaba los momentos de buen paso, rebasando rivales en los primeros kilómetros, y apagaba el fuego de los difíciles, incluida aquella frase que asoma en el momento menos indicado, el más duro, cuando inmisericorde uno se dice: “no sirvo para esto”.

A todos nos pasa en algún momento -confesaron después algunos compañeros, sumando un alivio adicional-.

Estaba picando el hielo con la cuchara, revolviendo un poco el sirope con las leches, preparando el terreno para ese sorbo celestial con la pajilla, cuando algo mejor me obligó a suspender el placentero momento. Era casi el mediodía y un grupo de muchachas sacaba fuerzas de flaqueza para terminar el entonces eterno Paseo de los Turistas. Imposible no aplaudir o callar ese ¡vamos! que sale de adentro.

Para mi sorpresa otro grupo apareció poco después, esta vez de hombres y mujeres. Luego otro. Y uno más. Incluso vería a más de uno dando el último esfuerzo, cuando ya íbamos de regreso a San José.

Si doy mis respetos a los atletas de élite, que terminaron la prueba a las 5:54 a.m., mi aplauso es para quienes, bajo el sol abrasador del mediodía aún no se daban por vencidos. El “Churchill” podía esperar.