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Domingo 9 de octubre de 2011, Costa Rica

Cosas de la vida

Muerte no tiene iPhone

Ana Coralia Fernández Arias,

Periodista.

La noticia de la partida de Steve Jobs nos dejó atónitos, como todas sus innovaciones.

Un hombre que dividió la historia en un antes y un después. Moderno Prometeo que se atrevió a robar el fuego de los dioses para calentar e iluminar a los simple mortales.

Un visionario que se dio permiso de imaginar sin límites y a punta de trabajo y genialidades, buenas ideas y de práctica, de pruebas y errores, impuso un estilo de vida, nos hizo amigos de la tecnología y nos cambió la forma de ver el mundo para siempre.

Bin Laden también lo cambió todo, pero a partir del miedo. Jobs lo hizo con la alegría, entusiasmo y disciplina, porque la ciencia está en canalizar la ocurrencia en un método.

A Jobs hay que aprenderle mucho: su filosofía, su forma de desarrollar artefactos, negocios y empresas, su apariencia inofensiva de ser humano común, cuando en realidad era genio con piel de hombre.

Hay otra gran lección. Una contundente y escueta: la muerte no tiene iPhone. No tiene oídos para un iPod y aunque el iPad es muy versátil, todavía se necesitan dos manos para manejarla y ella no puede soltar su guadaña.

Jobs, a pesar de sus millones, no pudo comprar un minuto más. Nadie puede. La muerte nos iguala. Nos lleva sin preguntas, sin razones, sin respuestas.

Esa es la ley y por eso a la vida hay que sorberla como una naranja madura.

Cada segundo real cuenta y aunque las redes sociales rebosen de mensajes para el Jobs virtual, el de carne y hueso se fue para siempre a venderle a Dios la idea de que se debe modernizar.