Ante las barras violentas en los estadios, es hora de poner freno.
La afición, que es parte del alma de nuestro máximo deporte, hace la diferencia entre un escenario y otro.
Miles asistieron la noche del viernes en ambiente festivo y de hermandad con los brasileños al juego amistoso de las selecciones mayores de ambos países.
No fue esa la sensación que dejaron hace una semana las 22 personas detenidas tras el juego que disputaron el Deportivo Saprissa y Limón F.C.
Disturbios, policías, denuncias y violencia que no se limitó al Estadio Nuevo, pues en la Ruta 32, la Ultra del Saprissa, protagonizó más enfrentamientos con la Policía de Limón. Además las autoridades les incautaron tubos, garrotes, armas de fuego y drogas.
El detonante de tal desafuero, fue una piedra lanzada al parabrisas de su transporte.
La junta directiva de la agrupación morada repudió el hecho y no se hizo responsable por los daños causados, aunque advirtió que en una drástica medida hasta podrían considerar eliminar al grupo de hinchas que se identifica bajo el sello saprissista, pero su preocupación no es suficiente.
El Juzgado Penal de Limón dictó medidas cautelares contra los 22 detenidos y les abrió una causa por el delito de daños y ahora, deberán firmar una vez al mes, mantener domicilio fijo y actualizado, no asistir a ningún estadio y no portar armas, una condición que podrían compartir con quienes infringen la ley en calidad de delincuentes.
¿Qué necesidad hay de cargar a una provincia marcada por la violencia con actos tan repulsivos como estos? ¿Cuál es el interés de quitarle a la afición uno de los pocos espacios de solaz y esparcimiento?
Si al país le gusta medirse con selecciones como la de Argentina, Brasil y hasta el actual campeón España, ¿por qué tomar el ejemplo nefasto de Inglaterra? Allí los Hooligans fueron sinónimo de encuentros violentos que dieron lugar a numerosas muertes y tragedias en la historia del fútbol inglés.
¿Cuántos muertos de afuera hacen falta para que empiecen a sumar los locales?
A pesar de que el fallo de la Corte marca un precedente importante y oportuno, también es tiempo de que los clubes y la Fedefútbol, tomen acciones concretas y puntuales con estos grupos de ribetes delincuenciales.
Los estadios no solo están vacíos por el costo de las entradas.
Hay mucho más en juego que una bola de fútbol, la integridad, la seguridad, la vida.
Si el balompié es la actividad deportiva más importante del país, también debería aportar valores, principios y normas éticas que hace rato no se dejan ver en la gramilla.
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