Nacionales
Domingo 8 de abril de 2012, Costa Rica

La Resurrección

El evengelio de hoy

Álvaro Sáenz Zúñiga, Presbítero

saenz@liturgo.org.

El sepulcro de Jesús estaba bien custodiado. El sábado, día del descanso de Dios, transcurre sereno. Pero al amanecer el domingo, primer día de la semana, cuando Dios creó la luz, el que es luz del mundo surge victorioso del abismo.

Hoy oímos dos evangelios. Por la mañana lo sucedido al amanecer, cuando María Magdalena va al sepulcro y ve la piedra corrida, corre a decirlo a Pedro y al discípulo, que van de inmediato al sepulcro para ver las vendas por el suelo y el sudario doblado a la cabecera, pero no está el cuerpo. Eso bastó. El discípulo dice que «vio y creyó», supo que Jesús se había levantado de la tumba triunfante, liberado de toda limitación.

A la tarde oiremos lo sucedido al crepúsculo de aquel día. Dos discípulos van a Emaús. Consternados hablan de los hechos. Uno viene a caminar con ellos. Es Jesús, pero no le reconocen. El recién llegado pregunta: «¿Qué comentaban por el camino?». Responden con pesimismo y Jesús, ante su corto entendimiento «comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él.»

El pasaje es como una misa. Empieza con una procesión (ir a Emaús), muestra la presencia creciente de Jesús y se nos anuncia la palabra.

Esta “misa” también tiene plegaria. Los discípulos ruegan: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba.» Y viene el prodigio: Él se quedó con ellos y ya a la mesa, tomó el pan, pronunció la bendición; lo partió y se los dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él desaparece de su vista. Solo queda el pan.

Los discípulos descubrieron el significado de la Fracción del Pan. Se percatan de cómo su corazón ardía al escucharlo, e impactados por Jesús saben que deben anunciar al que está presente en el pan que comían. Vuelven a Jerusalén y unen su testimonio al de los demás que aseguran la resurrección. Así señalan que le reconocieron al partir el pan. El Señor resucitado, aleluya, aleluya.