Nacionales
Domingo 29 de abril de 2012, Costa Rica

Carlos Rojas Molina, el carnicero motivador

“A los asesinos de mi hijo, que los perdone Dios”

Carlos Láscarez S.

clascarez@aldia.co.cr

Sufrió en carne propia la pérdida de su único hijo, Christian Rojas Araya, hace seis años a manos de un trío de asaltantes.

Con ayuda especializada, fe y deseos de superación, Carlos Rojas Molina enseña hoy a familiares de víctimas a no darse por vencidos.

Marcado para siempre

- ¿Antes del crimen de su hijo (el 25 de agosto de 2006 en Alajuelita, durante un asalto a su vivienda), cómo era su vida?

Normal: el trabajo, la vida, vacilar... con espacios para disfrutarla; para tomarle sabor. Mi vida dio un giro radical. Muchas actividades que para una persona generan alegría y satisfacción, para uno se convierten en fechas duras. Desde que él murió, sólo un cumpleaños he celebrado porque mi madre me lo pidió.

¿Cómo ha hecho para superar la pérdida?

Una terapia muy importante ha sido ayudar a los demás por medio de Asopaz. Soy uno de los fundadores. Entre más ayuda uno a los demás, mejor se siente. Acá vienen padres que sólo quieren llorar y desahogarse. Para ello tengo “mi botiquín”, que consiste en agua y pañuelos. Una vez que salen por la puerta, se van con otro semblante.

¿Piensa en venganza para los asesinos de su hijo?

Al pensar en venganza incrementamos los índices de violencia. Después el asesino, por más malo que sea, tiene una madre que lo va a llorar.

¿Usted los perdona?

No los perdono porque lo que le hicieron a mi hijo fue muy planificado. Sabían a lo que iban. Qué los perdone Dios.

¿Cómo fue el ataque?

Ellos se hicieron pasar por amigos de mi hijo. Ingresaron a la casa. Después lo golpearon en la cabeza y lo estrangularon. Hasta las cortinas cerraron; buscaban plata. Al llegar, hallé los portones sin llave y un rastro de sangre. Esa imagen nunca se me olvidará. No puedo olvidar ver a mi esposa alzándolo y sus manos llenas de sangre.

¿Hay alguien detenido?

Detenido no; acusado sí. Eran tres: un menor de edad en ese momento y dos adultos. Al menor, la jueza le dijo que sabía que había matado, pero tenía que dejarlo libre. Por la lentitud del sistema, los otros dos dijeron que, o los acusaban o los dejaban libres.

Para el 1.° de junio de 2010 se programó el juicio pero un día antes, gracias a una testigo me enteré que el juicio estaba suspendido.

¿Y qué pasó después?

Me dijeron que avisarían y acá estoy esperando un campo. La mamá de uno de los sospechosos laboraba en el Poder Judicial. También muchas veces el expediente se atrasó; dato curioso. Sólo largas me dan y no hay salas disponibles para que inicie.

¿Si viera cara a cara a los asesinos, qué les diría?

Primero les diría cobardes porque ocuparon a tres para dominar a mi hijo. Y les preguntaría: ¿por qué lo hicieron si él les abrió la puerta de la casa?

¿Cómo era su hijo?

Era miembro de la juventud de la iglesia. Sólo música cristiana escuchaba. También era maestro de un grupo de la iglesia. El día de su funeral, llegaron tres buses repletos de gente, sin contar lo que eran carros y motos. Le decía “Cachorro” de cariño y él a nosotros sólo “Pa” y “Ma”.

¿Es cierto que ha recibido amenazas de muerte?

Me mandaron a decir que no hablara más con la prensa; que me podían destazar y aparecer en el Zurquí. Les hago caso omiso. También me han llegado mensajes amenazantes al celular. Son mensajes hirientes, como que nunca seré abuelo. También han llegado a Facebook.

¿Cree que la justicia tica es pronta y cumplida?

Negativo. Este país se ha vuelto burocrático. Creo que la escalada de violencia se debe a que es muy lerda. No puede ser que los jueces pongan a firmar a tanto asesino que anda en la calle. El valor de la vida humana en este país se perdió para los jueces.

¿En qué momentos se derrumba y llora lo ocurrido?

El día de mi cumpleaños (7 mayo), ya que mi hijo cumplía dos días después y siempre celebrábamos las dos fechas. El Día del Padre y todas las Navidades. Un mes negro es agosto, ya que en el 2006 contraté mariachis para celebrar el cumpleaños a la mamá, pero una semana después lo estaba enterrando. Lo peor es que las crisis nunca avisan.

¿Qué conserva de su hijo?

Un reloj, su máquina de afeitar, pijamas, un osito de peluche que desde pequeño lo tuvo; hasta cosido está. Fotos, cuadernos, una calculadora, tarjetas y un carro que nunca terminó de armar. También un celular que usaba en ese momento. Ahí está el último mensaje que me envió y catalogo como una despedida, a las 10:20 a.m.

¿Y qué decía?

Decía: “Gracias I Love You, te quiero”. Lo conservo como un tesoro. Me llama la atención que las llamadas del 23 al 26 de agosto desaparecieron del ICE. Nunca estuvo cortado el teléfono. Se borraron de forma muy misteriosa.

¿Qué recuerda de su hijo?

Que era un hombre de alma de niño, aunque era más alto que yo y que nunca en la vida me contestó.

¿Si pudiera devolver el tiempo, qué cambiaría?

Le dedicaría más tiempo, sin pensarlo mucho.

¿Qué piensa de los grupos que apoyan a la familia doliente?

Son muy necesarios, ya que lo que hacen es ayudar a reinsertar a las personas a la sociedad y a la vida. El índice de divorcios es muy alto, ya que ambos se recriminan por lo ocurrido. El dolor sale en forma de ira. Uno con el tiempo se vuelve psicólogo y hasta abogado para orientar.

¿Qué le falta al sistema judicial de nuestro país?

Darle ayuda legal a las víctimas y que las penas sean cumplidas.

¿Qué lo motiva a enviar mensajes positivos a diario?

Que Costa Rica es un país bello y que estamos a tiempo para rescatarlo. Envío unos 150 mensajes.