¿Se acuerdan de “Chayito”? Posiblemente, para los que superan las tres décadas sea un nombre familiar, pues es la niña que tocó el corazón de los ticos para salvar su propia vida.
Su nombre fue noticia en los diarios allá por 1993 cuando su familia luchó contra viento y marea para lograr recaudar casi ¢84 millones y con el dinero recibir un trasplante de hígado en Estados Unidos.
Su madre, María del Rosario Segura, vuelve sus ojos al pasado y agradece hoy la bendición de tener a su hija a su lado.
Aquellos años de sufrimiento quedaron atrás y hoy María del Rosario “Chayito” Rodríguez vive sus 29 años con intensidad.
Estudia Diseño Publicitario en la Universidad de las Ciencias y arte de Costa Rica y hace dos meses dejó atrás la soltería. Así es, unió su vida a David Mora Arroyo de quién aseguró se enamoró por su inteligencia, su color de cabello y estatura.
Se conocieron en la universidad y él dice que su belleza y personalidad lo conquistó.
“El matrimonio ha sido lo que esperaba, pues entre nosotros todo ha sido maravilloso. Él es mi idea del hombre ideal”, enfatizó “Chayi” como también la llaman en casa.
En estos días, se recupera y adapta a un implante coclear que le colocaron en marzo, pues un tratamiento con antibióticos luego del trasplante le dañó seriamente los oídos perdiendo más del 80 por ciento de la audición.
En todos estos años, “Chayito” aprendió a leer los labios y con ayuda de un audífono hizo paso en el camino, comentó su madre, María del Rosario.
Comentó que no todo ha sido sencillo, pues en algunas instituciones no contó con el apoyo para estudiar ante su discapacidad. Sin embargo, Chayito nunca se rindió.
En lo que respecta a su salud, pasa por un buen momento, pero ha sufrido crisis por alergias o males estomacales.
Sin duda su espíritu alegre, la felicidad que la embarga ante su matrimonio y la posibilidad de que pronto escuchará los sonidos que le fueron tan familiares de niña le dan la fuerza para seguir adelante.
Sin olvidar que fortalece su corazón el recuerdo de los ángeles que la apadrinaron para despertar cada día.