Su papá le enseñó el respeto y la humildad que lo caracteriza, según recordó el actual ministro de Educación Leonardo Garnier. Su padre don Alberto, siempre le decía “no es el título o el cargo los que le agregan a uno, debe ser uno el que le agregue a los títulos o al cargo”.
Esa frase quedó en su memoria y según dijo, lo hizo darse cuenta de la importancia de siempre ser el mismo.
Sobre la mayor lección que le dio, aseguró que esta es el vivir cada época, disfrutando cada una de ellas, pues a sus 86 años su alegría por vivir es contagiosa.
De él heredó además de su parecido físico, el carácter fuerte y a la vez gentil, aunque suene contradictorio.
Según confesó esto explica tantos “choques” que tuvieron en su época de rebeldía y las ganas que tenían siempre de uno querer cambiar al otro.
“De chiquillo, por ejemplo, yo quería que él dejara de fumar, pasaron muchos años para que lo hiciera. Él, trató también sin éxito de que yo no me metiera tanto en la política universitaria…muy lejana a su ideología”, recordó.
Su papá fue además quien le enseñó a leer. Entre sus más gratos recuerdos están aquellos días en los que se sentaba junto a él con unos crayones negros para enseñarle las letras, las sílabas y las palabras, según dijo “con toda la paciencia del mundo”.
De él también sacó su gusto por la lectura, pues de pequeño lo consentía con historietas de Supermán, Batman, el Pato Donald y otros clásicos de la mitología.
Pero don Alberto además de consentir también le impuso disciplina a él y a sus hermanos.
“Papá siempre fue muy estricto, era cariñoso pero si nos jalábamos alguna torta, si desobedecíamos o, sobre todo, si nos peleábamos entre hermanos, entonces la cosa sí era seria (eran las épocas de “la faja”… a la que temíamos con buena razón)”, contó.
Hoy don Alberto sigue siendo el héroe del ministro, según dijo lo admira por su rectitud y hombría y por la importancia que siempre le ha dado a su familia.
“Siempre me decía que cuando yo tuviera hijos entendería los “fajazos”. Años después ya con dos hijas, le dije “ves como no hacía falta la faja, tus nietas nunca recibieron fajazos y están muy bien”.
… y él, rápidamente respondió: “Pero vos no saliste tan mal ¿o sí?”. Me dejó sin palabras...
“Me enseñó la importancia de ser siempre el mismo, no importa la situación por la que uno esté pasando, uno debe ser siempre uno mismo”.