Deportes
Jueves 25 de octubre de 2012, Costa Rica
Pasión por el deporte

En la Tierra del Tio Sam

Un ejecutivo vestido de prisionero

Miguel Calderón

Enviado

miguel.calderon@aldia.co.cr

“¿Cómo está don Minor? ¿Cómo se ve?”, me preguntaron varios amigos y conocidos del empresario ayer por medio del Facebook.

Esa era también una de mis interrogantes cuando venía en el avión camino a Richmond, Virginia.

Me preguntaba cómo iba a encontrar física y emocionalmente a un hombre de 61 años ,a casi dos años de su detención y de los 644 días que ha pasado detenido en el fuerte y rígido sistema carcelario de Estados Unidos.

Imaginé que lo iba a encontrar más delgado, con más canas y que iba a percibir un fuerte cambio en su rostro, quizás con más arrugas.

El pasado martes, al entrar a la sala de juicio de la Corte de Richmond para presenciar la sentencia contra el tico, la impresión al verlo fue otra.

El primer contacto con Minor Vargas, después de tanto tiempo sin conocer su apariencia física fue el mismo que tuve cuando empecé a trabajar en coberturas deportivas.

El hombre que entró a la sala por la puerta de reos lucía fuerte, entero, con los mismos lentes con que siempre defendía sus acciones en las entrevistas y con el semblante de un ejecutivo solo que en esta ocasión, el saco y corbata se transformaron en un oscuro traje de prisionero.

Aún cuando escuchaba su severa pena de 60 años, Vargas no mostró signos de debilidad, nada más atinó a bajar su cabeza y, oír al juez.

Pero cuando pudo acercarse a sus hijos, los mismos que lo acompañaron en todo este proceso, Vargas enseñó por primera vez, quizás desde su arresto, una faceta no muy común para un hombre que llegó a convertirse en el “Mesías” del fútbol tico.

Estalló en llanto, lució frágil, débil, su vida estaba siendo condenada.

En cuanto al condado de Richmond, es un lugar sumamente ordenado, tranquilo y caliente, con grandiosas autopistas, carros de lujo y ciudadanos en su mayoría norteamericanos. Es un pueblo conservador.