Nacionales
Domingo 28 de octubre de 2012, Costa Rica

Domingo 28-10-12

El Evangelio de hoy

Álvaro Sáenz Zúñiga, presbítero

asaenz@liturgo.org.

En la Biblia se dice que la llegada del Mesías traería como sensible consecuencia la curación de las dolencias que arruinan la vida humana.

Hoy San Marcos trae a colación la figura de un ciego, Bartimeo, cuyo encuentro con Jesús es trascendental. El texto supone dos planos: el de las personas comunes, mundo estático y conformista en el que se manejan muchos, incluido Bartimeo, con una relación precaria con Dios. El otro es muy dinámico. Es el plano de Jesús y de los suyos.

Cuando el ciego se entera de que Jesús pasaba cerca decide pedirle que cambie su vida y empieza a gritar: “¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!”. La frase supone que nuestro ciego sabía de Jesús, que le reconoce como Hijo de David, y que se podría compadecer de su pena, sacarlo del estatismo. Claro que los del mundo resignado y estático en que se vive, le regañan y hasta quieren hacerlo callar. Pero él ya está decidido y sigue gritando.

Jesús reacciona. Estimulará al no vidente a entrar en su mundo. Nuestro querido Bartimeo con algunos gestos expresa su deseo de dejarlo todo por Cristo, abandonar su mundo, ser transformado por el Señor. Arroja su manto, se pone en pie y se presentan ante Jesús que le pregunta: “¿Qué quieres que haga por ti?”. La respuesta es simple: “Maestro, que yo pueda ver”. Jesús reconoce la fe de aquel hombre y al sanarlo le dice: “Vete, tu fe te ha salvado”.

Bartimeo experimenta la obra de Jesús y recibe la curación. Esto es lo que vive todo aquel que pida ayuda del Hijo de Dios. Recibir el premio del don de Dios, en este caso la posibilidad de ver, supone una reacción nuestra: querer seguir con alegría a Jesús.

Que nuestra experiencia de Cristo sea similar a la de Bartimeo: que sepamos reconocer a Jesús, que tengamos confianza y le pidamos ayuda, que seamos concretos en nuestro ruego, que acompañemos ese ruego con signos de fe y, finalmente, que al recibir lo que pedimos, sepamos seguir a Jesús.