La Selección Nacional está a dos meses de iniciar el proceso de clasificación hacia Brasil 2014. Será un tirón cuesta arriba y no hay mucha claridad acerca de la contundencia que tendremos en ese torneo que da el boleto a la hexagonal final.
México, El Salvador y Guyana. Si se saca la bola de cristal, México está casi al 100 por ciento de entrar en el primer lugar; la batalla será contra los cuscatlecos que desarrollan su trabajo desde hace más de dos años. En esta cuadrangular, Costa Rica debe entrar como “El Malacrianza” al redondel, con toda su fuerza y su potencial. No habrá segunda oportunidad ni tiempo para la excusa y la queja: que la cancha, que el viento, que la tela del uniforme, que el agua, que la sandía, que el lenguaje del técnico, que el Estadio Nacional es frío, que las rechiflas del público… nada de eso.
Si pasamos, el panorama también es de horror. Ahí estarán, muy seguramente, Estados Unidos, México, Honduras, Jamaica, Guatemala, más hambrientos de cupo que un lobo con una semana sin comer.
Tras el fogueo con Honduras más dudas que respuestas. Si bien los legionarios otorgan un potencial mayor, muchos jugadores aún no responden al peso de la tricolor y se los come la historia. Falta temple y agallas para sobrellevar ese peso que significa una representación nacional.
Tengo confianza en Jorge Luis Pinto. Es un técnico serio, estudioso, capaz, táctico y analítico.
Pienso que sí podrá con la primera fase, pero me desvela la segunda. Pero un problema a la vez: primero a sacarle puntos a México, a derrotar sin apelaciones ni sombras a El Salvador y Guyana y después se verá.
Para quienes nos gusta el fútbol (aunque no sepamos nada de él) se acercan tiempos de emoción y tensión.
