La noticia sacudió el medio futbolístico, Saprissa vuelve a manos ticas, Jorge Vergara cierra la chequera y se olvida, ahora sí de manera formal del Saprissa.
Ocurrió el 14 de abril de 2011, mucha agua ha pasado debajo del puente desde aquella decisión que estremeció las bases de uno de los equipos más populares del país.
Poco a poco los cambios se hicieron palpables, el grupo inversor llamado Horizonte Morado se empeñó en tocar las raíces del equipo y sacarlas de la tierra.
Se repatrió al técnico Alexandre Guimaraes, el morado remolacha volvió al uniforme, las gradas se llenaron de esperanza y los bolsillos de dinero.
¡Saprissa quebró recórd de taquillas en el fútbol nacional!
Con Juan Carlos Rojas como cabeza visible, la casa se ordenó de nuevo, basta con visitar un día la llamada ‘Cueva del Monstruo’ y notar los cambios de infraestructura, justo en un año donde se cumplirán 40 décadas de su creación.
Sin embargo, no todo es color de rosa. Alonso Solís, uno de los grandes ídolos de la masa saprissista, quedó a la deriva tras declararle la guerra a Guimaraes.
La dirigencia respaldó al timonel y le abrió la puerta de salida al jugador que, a fin de cuentas, se quedó sin equipo tras un sueño truncado de militar en una liga India que se esfumó.
La trompeta del “Mariachi” no sonó más en San Juan de Tibás y el chineado de la afición pasó al olvido.
Al contrario, sí llegaron dos extranjeros, uno rindió y el otro, salvo que se destape al final, ya alista la maleta de regreso al Cono Sur.
En la cancha, hoy, los resultados le sonríen a Saprissa que ya se metió a semifinales; al ver para abajo nota cómo su principal rival deportivo está a punto de expirar.
No obstante, por encima de si la Liga se mete o no a la siguiente ronda, el saprissismo vive una tensa calma y Horizonte Morado lo entiende como tal.
El último clásico fue el mejor ejemplo, la afición se unió y pidió la cabeza del entrenador ante la desazón que significó caer en su propio patio.
Una señal de que si no gana el actual torneo Verano, la paciencia se les agotará a los fieles saprissistas.
Ya serían más de dos años sin títulos y más tiempo lejos de la vitrina que significa jugar la Concacaf, el torneo que aún hincha de orgullo a los tibaseños por aquel tercer lugar en el Mundial de Clubes (2005).
Ante todo ello, la mejor manera en que los dueños de la “S” pueden cerrar su año es con la corona en la mano. A fin de cuentas la afición valorará el esfuerzo económico y el cambio de imagen, pero, si no hay campeonatos, la vara con la que serán medidos los dueños será grande.