La Sabana. - En el fútbol a la afición se le contenta con una victoria, aunque ésta se labre a media máquina y con la aguja del combustible a la mitad.
La memoria es flaca una vez retumbe el pitazo final; a fin de cuentas los tres puntos pagan el boleto y la “kilométrica fila” para entrar al estadio. Y más si se trata del primer puntapié del torneo en el Nacional.
Así le ganó Saprissa a Puntarenas ayer, con las revoluciones a medio dar y sin ser un depredador que dejó sin oxígeno a su víctima. Tuvo puntos altos como Yeltsin Tejeda y Jorge Alejandro Castro, uno responsable de quitar y poner, el otro batallador e incansable en la delantera.
Y también gan´o con puntos bajísimos como Maykol Ortíz, quien tuvo un juego digno para meterlo en el rincón más oscuro del armario. Y un Manfred Russell que salvo el gol, no tuvo un partido notable, todo lo contrario.
Entre luces y sombras
En la cancha, los saprissistas atravesaron momentos de lucidez plena, especialmente cuando se pusieron arriba 3-0 y estrellaron en el poste un par de pelotazos que hubieran provocado un marcador de escándalo en el arranque del campeonato.
No obstante, también vivieron instantes tan irregulares que provocaron desazón en sus seguidores. Su fanaticada no perdonó un pase equivocado, un remate desviado y menos que el equipo no sostuviera un ritmo de juego que atropellara a su contrincante.
Como sucedió en el primer tiempo, aderezado por el gol de Gabriel Badilla al minuto 24 - salida en falso del arquero Sequeira - que maquilló el bostezo y la rechifla.
Luego mejoraron, dieron dos golpes de autoridad con los tantos de Russell y Luis Diego Cordero y encaminaron lo que parecía una victoria sobrada.
Incluso echaron mano de forma tardía de Walter Centeno quien salió del banquillo para estrenar el uniforme, poner un pase gol exquisito y luego desvanecerse entre pelotas equivocadas y órdenes a sus compañeros.
Con el 3-0 en el bolsillo y el duelo “cocinado”, la “S” se relajó al punto de que terminó arrinconado por un rival que se acordó de jugar cuando era demasiado tarde.
Si el Puerto hubiera actuado todo el duelo como encaró la recta definitiva, otra relato sería. Sin embargo, no lo hizo, a ratos apretó, en otros, dejó boquetes que le salieron más que caros. Perder fue su mayor castigo.
Al final, el marcador 3-1 alegró a los fieles saprissistas que cruzaron La Sabana orgullosos con la piel de “morado remolacha”.
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