Deportes
Martes 7 de febrero de 2012, Costa Rica
Pasión por el deporte

Don Enrique Weisleder

Julio Rodríguez B., periodista

redaccion@aldia.co.cr

Ante la muerte de don Enrique Weisleder repito lo que, hace algunos días, escribí sobre don Jorge Manuel Dengo: “La recompensa de los grandes hombres y mujeres es que mucho tiempo después de su muerte no se tiene la entera seguridad de que hayan muerto” (Jules Renard).

Así es. Y la comparación cae de perlas. Ambos, cada uno en su campo, fueron grandes

hombres. El ICE es don Jorge. Y si el Deportivo Saprissa es don Ricardo, también es Enrique Weisleder, quien no solo honró a este club histórico y glorioso, con su palabra, sus ideas y su obra, sino también al futbol nacional. Así, se cumple la cita transcrita más arriba: para el Deportivo Saprissa y para el futbol costarricense don Enrique sigue vivo. Este es el sino de las personas que han convivido con nosotros y que pasaron por estas tierras benditas haciendo el bien.

En efecto, ese fue Enrique Weisleder: un hombre bueno, justo. Necesitamos unos cuantos Enrique Wisleder que inunden nuestro país con su buen ejemplo, con su contenido ético y vital, con su visión, con sus palabras llenas de sentido y también de humor, con su bondad y sencillez.

Don Enrique vivió el futbol, pero no fue ajeno a la política nacional. La seguía y la estudiaba con seriedad. Fue un auténtico ciudadano. Amó entrañablemente a Costa Rica y a Israel, un binomio inseparable. La comunidad judía en Costa Rica fue testigo fiel y gozoso de su fervor, de su lealtad y de su inequívoca vocación de servicio. En Israel se sembrará un árbol en su honor en el bosque de los hombres y de las mujeres insignes, de aquellos que no morirán jamás. Su nombre se perpetuará en su amada familia, en la historia de Costa Rica e Israel, en la magia del futbol y en la floración inagotable del bien que entre nosotros sembró sin descanso y sin esperar jamás recompensa.