Periodista
Detesto usar refranes, pero solo con uno de ellos puedo describir la situación actual de los cientos de miles de aficionados heredianos. “Después de un gustazo, un trancazo”.
La dulzura de saborear el título tras 19 años de sequía dio paso a la amargura de observar cómo se deshace un sueño, se desintegra un grupo, se desbanda una legión de peleadores.
Pero, ¿quién puede culpar a José Carlos Cancela por partir a las tiendas de Tibás? Un gran líder, un futbolista completo, un capitán que al conjunto llevó al podio, pero también un padre amoroso que debe cuidar la comida de su familia. ¿Qué hubiera hecho cualquiera de nosotros?
Lo mismo que él: asegurar por sobre todo la “operación frijoles”.
Saprissa le asegura un pago puntual, sin congojas ni penurias. Con los morados llegará la paz a su bolsillo. ¿Con Heredia? Cuentas por pagar y salario en abonos, si es que hay suerte.
Y así, nombre por nombre, el glorioso “Team” verá partir a los jugadores que le regalaron la estrella 22. ¿Puede alguien señalarlos o criticarlos?
Para la afición es un duro trance. Me conmovió mirar cómo se llenó el Rosabal Cordero para rejuntar colones con los que premiar el pundonor de estos jugadores. La gente respondió, la administración no. Mas, ¿alguien esperaba que se validara la palabra, que se honrara el compromiso?
El futuro es muy incierto; quienes acariciaron el 23 cada día lo ven más inalcanzable. Sin buenos jugadores ni san Odir enrumbará la barca. No queda más que esperar y tragar angustia.
Doña Roxy Blen habla ahora de bajar gastos e invertir más en ligas menores. Cómo me recuerda aquella simpática frase de “estamos haciendo equipo”.