Redactor
¿Podemos salir sin ningún problema? Fue lo que preguntamos en la recepción del hotel cuando llegamos a Guatemala. “Sí, no hay problema, solo que no lleve nada y camine rápido”, nos contestó la recepcionista con una sonrisa nerviosa en su rostro.
La delincuencia en suelo guatemalteco parece ser de grandes dimensiones y ni siquiera tomar un taxi es seguro en la capital chapina.
“Tomen uno de los del hotel o de los amarillos. Con los blancos no se sabe”, nos dicen los colegas de los medios de comunicación de este país.
Igual se corrió el riesgo, caminamos unas cuantas cuadras buscando qué comer en la llamada Zona 10, la más exclusiva de este país, algo parecido a lo que es Escazú o Lindora, para que la gente se dé una idea más clara. Muchos hoteles, restaurantes de lujo, carros último modelo…
No nos pasó nada, aunque claro, no llevamos nada que llamara la atención de los amigos de lo ajeno y sí, caminábamos más rápido.
Lo de los taxis si lo tomamos en cuenta… Cómo dicen: “En guerra avisada…”
Y bueno, por lo demás lindos días acá en suelo chapín en todo sentido. El clima, su gente… ¿Qué no nos quieren? Puede ser, pero todas las personas con las que nos hemos topado se han portado muy bien, no hay reclamo alguno.
También nos topamos con ventas ambulantes. En cada esquina venden algo. Como en Costa Rica, acá venden de todo, desde mangos con sal y limón, cargadores y estuches de celular, hasta las famosas películas piratas, que acá cuestan 10 quetzales, unos 800 o 900 colones… Más baratas que en suelo tico, que ya andan en más de mil colones.
Otra de las particularidades que encontramos en esta visita a Guatemala es ver muchos de los automóviles totalmente polarizados, incluido el parabrisas. Y es un polarizado que impide ver por completo el interior del auto, ni quién lo maneja.
Claro, aquí es permitido, como muchas otras cosas. En Costa Rica Riteve y el Tránsito se darían gustos, pero bueno, como dicen los periodistas acá, “este es el país más que de la libertad, del libertinaje”.