Salarios pegados a los de los dos principales equipos del país, contratos extendidos por al menos dos años, premios adicionales. Aquello, por lo que se escucha, va a manos llenas. Es lo que anda ofreciendo un grupo de empresarios, desconocidos hasta hoy por la opinión pública.
El primero en salir a reconocer el contrato fue el “Mariachi” Solís quien, después de dejar las tiendas moradas y de fracasar en un intento por ir a un ensayo de liga hindú anclará en Puntarenas.
También vinculan a Argenis Fernández, quien dejó Alajuelense en las últimas semanas al no ver satisfechas sus expectativas salariales. Jorge la “Flecha” Barboza, pícaro goleador carioca del Herediano, fue otro de los aproximados.
La irrupción de este grupo de negociantes de jugadores reaviva la interrogante sobre los orígenes de estos fondos y la seriedad de los proyectos.
Sobre si tienen algún grado de compromiso con el desarrollo de figuras o si solo se trata de un negocio más que puede pasar con más pena que gloria.
Recordamos el “affair” Quintavalle, cuando, de la noche a la mañana, cual mercader de espejos, empezó a amarrar figuras y aquello acabó en caos y causas judiciales.
El daño a los intereses de los jugadores involucrados se vuelve irreparable. Los mismos futbolistas, en su ambición y poca precaución, caen en la trampa y se vuelven cómplices de gentes que no benefician al fútbol local.
Por eso el velo de duda con que se ha recibido en el ambiente el anuncio de estas contrataciones. Y la importancia de que den la cara.
Punto final-También crecen interrogantes por las sospechas de amaños de dos partidos que ha sostenido la selección de Costa Rica y que están bajo la lupa de la FIFA. En Guatemala fulminaron a los cinco jugadores sospechosos. La Fedefútbol guarda silencio.
“Alemania y España, los favoritos”
Corneó como en los viejos tiempos
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Goles de Raquel a Pennsylvania
¿Y qué se hicieron los “grandes”?