Deportes
Domingo 23 de septiembre de 2012, Costa Rica
Pasión por el deporte

Opinión

Una estatua a don Mario

Antonio Alfaro

Editor

Al Rosabal Cordero le hace falta una estatua. La imagino de bronce, en el centro del pequeño patio, en la entrada a Sombra, donde al medio tiempo se congregan los aficionados en busca de un pedazo de pizza, una gaseosa o el alivio de la vejiga.

Le falta una escultura de don Mario, quizás dándole zanahorias a una jirafa. “África Mía, Herediano de todos”, podría decir la placa, en honor al hombre capaz de provocar lo mejor del equipo y su afición.

Siendo honesto, a estas alturas del torneo no esperaba al “Team” en disputa del liderato, sino evidenciando disgustos, atrasos salariales, diferencias en un plantel tan amplio como heterogéneo, con jugadores de todas las estirpes. Pero don Mario sembró una semilla que aún da frutos.

Unió a la afición (en su contra, pero la unió), le tocó el orgullo a los jugadores, provocó que todos se entregaran como si quisieran la camiseta. Aquel cuya máxima era “viendo el payaso, soltando la risa” fue capaz de entregarse al estilo de los Cristian Montero o los José Miguel Cubero, con salario o sin él.

Gracias a don Mario Sotela la afición no dijo “¡vagos!” cuando alguien sugirió una “recaudación-colecta” en un amistoso para premiar a los campeones.

Caló hondo y sigue al frente. No siempre tiene dinero para pagar al día, pero contrató jugadores hasta el último día, mientras los malagradecidos buscan cómo arrebatarle el equipo de sus amores (y de los amores de Mamá).

Ya desearían saprissistas y liguistas un líder capaz de hermanar así. Ningún manudo, con el mérito de mantener al “Machillo” Ramírez, pese a perder el campeonato... ningún morado, de los que ponen el pecho a las exigencias, con un equipo aún inmaduro, ha hecho tanto mérito como Sotela. Háganle una estatua.