El gesto de Ronaldinho fue lo mejor del partido.
Cuando ya había culminado el encuentro, cuando muchos empezaban a salir del estadio, Ronaldinho apareció en la cancha y se despidió de la afición.
“Dinho” saludó y se inclinó ante la gente, con una y otra reverencia les agradeció, mientras el público aplaudía.
Fue un gesto de humildad, un detallazo de quien un día fue un grande con el balón en los pies.
Fue lo mejor del compromiso, porque a Brasil no le hizo falta sacar a relucir el “jogo” bonito, menos la magia y fantasía, a media máquina, prácticamente caminando derrotó a la Selección.
Uno por cero suficiente para los visitantes, quienes se midieron a un equipo que jugó a no perder, a cuidarse, un plantel con poco interés en la ofensiva.
Jorge Luis Pinto puso su sello en el debut, la retaguardia es lo que más le inquieta al colombiano, tanto que anoche la Tricolor casi no tuvo remates directos.
Brasil vino y cumplió con lo suyo, ganó y listo, pese a que en las gradas, la gente que pagó un platal esperaba un espectáculo inolvidable.
No hubo tal, no se vio el tome y dame, el túnel, o la mirada de Ronaldinho a un lado, mientras ponía el balón en otro sector.
Brasil no sacó a relucir lo mejor que tienen en el libreto y no le hizo falta, Costa Rica no incomodó al arquero Julio César, incluso Mano Menezes se dio el gusto de sustituir al figurón del Inter y darle unos minutos a Jefferson.
La gente se emocionó cuando antes del choque, Brasil salió a calentar, gritaron y le aplaudieron a Ronaldinho, quien con un saludo devolvió el apoyo, pero nadie imaginó que el dientón juega parado e igual que Neymar, reclama más de la cuenta.
Aburrido
El partido fue aburrido, sin emoción, sin el toque y la magia de los brasileños.
En el primer periodo los equipos no se acomodaron, se estudiaron y respetaron más de la cuenta, mientras en las gradas, los aficionados esperaban la bicicleta de Neymar, la elástica y hasta el túnel de Ronaldinho, las llegadas de Adriano y Fabio Silva y la imponencia de Fred en el área.
Pero nada, no hubo ritmo, los pentacampeones se quedaron cortos y la Tricolor no arriesgó, regaló tres cuartos de cancha y se le plantó a la “canarinha”.
No hubo muchos remates directos y quienes se llevaron el aguacero millonario, por el enorme costo de las entradas, terminaron silbando a los actores.