Domingo 29 de abril de 2012, Costa Rica

Deyanira Matarrita

Zapatera a sus zapatos

Neyssa Calvo Achoy

ncalvo@aldia.co.cr

Encontrar que un zapatero abra su negocio un día lunes no es común y mucho menos saber que la remendona y dueña es una mujer.

Con cuchilla en mano encontramos a Deyanira Matarrita en la “Reparadora La Porteña”, en el puro corazón de San Ramón, un pequeño taller que se ubica ahí hace cuatro años.

Ella no nació en el Puerto, pero si pasó muchos años sintiendo la brisa del mar. Ahí encontró al amor de su vida con quien asegura disfrutó 40 años de vida matrimonial.

Y es que su esposo Miguel Zúñiga, que falleció en el 2008, se convirtió en el padre de sus hijos y también en su maestro.

Así es, fue él quien le enseñó todo lo que sabe sobre este oficio y la incentivo siempre a dar un paso más allá de la meta.

“Yo hago de todo. Sé alisar el cuero, poner plantillas y diseño el tipo de zapato que me pidan”, dice con firmeza.

La vida no ha sido sencilla para ella, pero cada mañana se levanta con la idea de ofrecer su mejor servicio.

Abre su negocio a las 6 a.m. de lunes a sábado solo los domingos descansa.

De sus siete hijos solo José, el más joven de la casa, sigue los pasos de sus padres en el taller de la porteña de corazón.

Ahí el olor a cuero parece estar impregnado en las paredes, pues no lo usa para hacer zapatos sino todo tipo de materiales en cuero como cinturones, bolsos y maletines.

A pesar de ser poco común encontrar a una mujer zapatera, asegura que el género no ha sido inconveniente para hacerse de una buena clientela.

Los precios son cómodos y el servicio suele ser rápido. Claro, dice no haber tanto trabajo como cuando vivía su esposo. Sin embargo, va saliendo para el gasto. Su secreto: ser positiva y mantenerse muy activa.