Johnny Vargas dejó la ciudad de Nueva Jersey, Estados Unidos, y regresó al país al darse cuenta que “se había hecho viejo”.
Además también quería reencontrarse con su esposa Mercedes Soto pero, sobre todo, con la intención de romper el récord que precisamente había igualado 14 años atrás, antes de abandonar Costa Rica en la búsqueda del sueño americano.
Vargas, actualmente de 63 años, intentará el viernes entrante, por octava vez, cubrir los 120 kilómetros que hay entre El Colegio de Médicos, en La Sabana y el balneario de Puntarenas, al otro extremo de esa ciudad.
En 1998, cuando lo hizo por última vez, había empatado el récord de Antonio “Sanjuaneño” Rodríguez con siete ocasiones (ver recuadro adjunto).
“El objetivo es salir a las 8:00 p.m. Cuatro horas más tarde, lo hará la tradicional prueba de relevos de San José-Puntarenas. La idea es que, como ocurrió en el pasado, estos atletas me alcancen cuando esté a la altura de Cambronero y haya recorrido entre 80 y 85 kilómetros. Ellos me darán la fuerza necesaria para ver si alcanzo mi nuevo sueño”, expresó el ultramaratonista, en el pequeño taller que tiene en su casa en Alajuelita, donde repara zapatos deportivos.
Este oficio, casualmente, lo aprendió en la ciudad de Miami a donde emigró en 1998, para reunirse con su esposa, que se le había adelantado con sus tres hijos.
Luego de dos años y medio, Vargas y su familia se mudaron a Nueva Jersey, donde trabajó durante más de una década con una compañía que se dedicaba a pintar casas.
Deportista reconocido
En los años 80’ fue uno de los corredores de élite de este país, cuando las pruebas de atletismo de calle apenas comenzaban a ganar adeptos.
Vargas corrió su primera maratón a los 38 años.
La mejor marca que impuso en aquellos tiempos fue de dos horas, 34 minutos y 13 segundos, corrida entre Curridabat y Ciudad Colón, y patrocinada por Osmín Vargas.
El primer lugar fue para Miguel Vargas, le siguió Jorge “El Motorcito” Delgado y después Rafael Angel Pérez.
Esta especialidad lo llevó a competir en las pruebas más importantes de los Estados Unidos como el maratón de Chicago, Nueva York, Atlantic City, Washington y Las Vegas, entre otros, donde siempre anduvo “por debajo de las dos horas y 50 minutos”, recordó ayer.
Obviamente, primero corrió pruebas de 400, 800, 1.500, 3.000 y 10.000 metros antes de incursionar en las de los 21 kilómetros donde varios atletas de entonces, como él mismo, mantienen registros mejores a los que actualmente hacen algunos corredores.
“Soy un ultramaratonista de corazón. Estoy muy ilusionado con este nuevo reto. Sé que al final lloraré porque uno termina destrozado pero, por ahora, en lo único que puedo pensar es en la dicha de volver a internarlo”, dijo.
Actualmente, llega al punto más alto de su preparación.
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