Deportes
Miércoles 7 de noviembre de 2012, Costa Rica
Pasión por el deporte

Opinión

No alimentemos el virus

AmadoHidalgo

Periodista

Lo dije hace algún tiempo y las vueltas del reloj me han dado la razón: los dirigentes, los futbolistas, la prensa y hasta la policía, son los culpables de que las barras organizadas hagan y deshagan en el futbol nacional.

Cada vez que hay un zafarrancho los directivos aseguran que ahora sí, le retiran el apoyo a su “Ultra”, a su “Doce” o a su “Garra”. Pero ya nadie les cree, sobre todo cuando se le escucha decir a uno que en el estadio se guardan los instrumentos de su barra. Miren la celebración de un gol de Saprissa, Alajuela o Heredia. Recuerden adónde se dirigen los jugadores para festejar un título. Todos buscan a los descamisados que componen la barra brava y, en los momentos de más euforia, hasta se suben a la malla, emulando a esos desadaptados que han hecho del futbol su válvula de escape virulenta, peligrosa.

La policía, que garrotea a unos pocos y siempre sale perdiendo, suele ser una especie de cortejo de honor cuando los ultra aficionados llegan y se van en masa, encima de los buses, o en tropel por las atormentadas calles que circundan los estadios. Esos tipos se sienten importantes, poderosos, intimidantes, cuando en medio de una ciudad los escolta toda una caballería con jinetes preparados más para la guerra que para otra cosa.

Y ni qué decir cuando los líderes son sentados en un set televisivo para debatir de la paz en los estadios y de la necesidad de que las familias vayan sin miedo a los escenarios del futbol. Mientras la policía, dirigentes y periodistas convoquen a los representantes de las barras para planear estrategias, acordar pactos u organizar debates, cada miembro se sentirá legitimado, empoderado en ese mundo de miedo en el que han convertido los estadios.