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Domingo 4 de diciembre de 2011, Costa Rica
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Opinión

Arañazos y/o aruñazos

AntonioAlfaro

Editor

analfaro@aldia.co.cr

¿Aruñazos o arañazos? Según el diccionario de la Real Academia Española tan correcta es una como la otra y, de todas formas, en la cara de Gabriel Badilla igual daría si se escribe con “u” o con “a”.

Marrullero en sus inicios, el defensor sabe de qué se trata. Él era -no me consta si ya no, aunque parece que cambió- de esos que molestan. ¡Qué digo molestan! Joden, golpean, majan, sacan de quicio al rival a punta de artimañas, si se puede con la bola de por medio y si no, también.

Años atrás le habría escrito “el que busca encuentra”, pero Badilla no parece ser el carajillo aquel que inconforme con meter “pata” sin miedo y su buena marca, también pretendía darse a respetar a punta de matonadas, a riesgo de desconcentraciones, expulsiones y facturas pendientes. No puede llorar mucho el apodado “Gladiador”, aunque recordar que en sus inicios no fue San Gabriel también obliga a reconocer que en otros tiempos habría respondido con un ojo por ojo, aruñazo por aruñazo. Y no lo hizo.

No dudo que el liguista autor de los “gatúbelos” rayonazos deberá pararse fuerte si le toca disputar una pelota con el zaguero, un momento que buena parte de la prensa y la afición esperan con morbosidad e hipocrecía.

No falta la doble moral, cómodamente sentada en la gradería del estadio o el sillón de la casa. Más de uno, que con cara de monaguillo en Viernes Santo lamenta la agresión al juego limpio, en el fondo está atento a avivarse, apretar puños, capearse golpes imaginarios, como si estuviera en primera fila de un Pacquiao-Juan Manuel Márquez, pero con manudos y morados en un grande y verde cuadrilátero.

El morbo tiene clientela, seamos honestos, pero un clásico bien jugado, con virilidad, por qué no, y fútbol de buen ver no necesita uñas largas.