Cuando vuelve a pensar en lo que quedó atrás, en la decisión que tomó tras 19 años de militar en la Primera División, Luis Marín toma aliento y deja claro que aún se le parte el alma.
“Duele mucho, mucho. Dejar el fútbol no es fácil, fue una decisión muy difícil, fueron muchos días de pensarlo, muchas noches de analizarlo, pero en el fútbol como en la vida se deben tomar decisiones y hay que tratar de tomarlas en el momento justo”, dijo Luis Marín, quien hoy comienza a armar su futuro, un norte donde se ve como director técnico.
“Voy a extrañar el camerino, compartir con los compañeros, el día a día, el fútbol en sí. Usted le puede preguntar a cualquier futbolista que se ha retirado y le dirá lo mismo, no es sencillo irse, pero ya me veo del otro lado, quiero ser entrenador”.
Luis, quien posee la marca de ser el manudo más ganador en la historia del club, con nueve trofeos de monarca, recordó ayer en la entrevista, que tras concluir el juego de la final, empezó a llorar.
“Sí lloré, fue un día y una semana de muchas emociones. Lloré por nostalgia, alegría, porque se logró un objetivo, el título, porque terminé mi carrera siendo campeón y porque era mi último partido”, expresó el excapitán de la Liga, quien el sábado en la noche vivió dos momentos especiales, cuando se coronó campeón y el instante en que sus hijas ingresaron a la cancha para fundirse con él en un abrazo, para compartir esos minutos de alegría y tristeza. “Tuve una carrera exitosa, viví grandes cosas, pero el adiós es definitivo”, dijo Marín.
