El deporte tico solo consiguió una medalla en los Panamericanos. De oro y gracias a Nery Brenes, quien se sobrepuso a un mal momento clasificatorio.
Las críticas, llegaron veloces. Acribillar con comentarios negativos es el deporte nacional en el que siempre tenemos presea dorada.
A estas justas - y desde hace muchos años- acuden competidores con tiempos y rendimientos cuestionables. ¡A saber cómo consiguen colarse en las delegaciones tricolores!
Con ellos sucede lo que en términos populares se llama “van a pasear”.
Pero otros se preparan con gran sacrificio y esfuerzo. Día y noche exprimen sus cuerpos en pos de los mejores resultados. No les falta voluntad, empeño y tesón, pero ocurre que las condiciones no siempre son las mejores y el apoyo escasea o es paupérrimo.
El mejor ejemplo es Guatemala, que premia a sus atletas con buenos incentivos económicos, mientras acá los reconocimientos son modestos.
Desde hace mucho, el país (representado en Gobierno, empresa privada, ciudadanía y grupos de poder) solo apoya generosamente al fútbol; los demás obtienen migajas (grandes o pequeñas), que llegan más por sentimiento de lástima que por un plan organizado con miras a procurar un crecimiento planificado.
Después, cuando vamos a los certámenes internacionales y las carencias en el desempeño costarricense ocupan el primer lugar en el podio, los lamentos y la negatividad afloran por todos lados.
¿Y qué hicimos por los deportistas? Nada, nada, nada… porque en esta nación el balompié se lo lleva y se lo come todo.
Si no hay dinero, planificación, seriedad, proceso, trabajo y voluntad para otras disciplinas jamás habrá resultados. Los milagros existen, pero en mucho, se construyen.
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