Domingo 12 de agosto de 2012, Costa Rica

Futbolista

Yendrick Ruiz

Patricia Recio

alba.recio@aldia.co.cr

Cuando sale a la cancha, el jugador del herediano Yendrick Ruiz tiene en las gradas o en San Felipe de Alajuelita a su fan número uno.

Rosa González, quien es además la que sufre y celebra con las actuaciones del delantero Bryan Ruiz en el Fulham de Inglaterra.

Madre de cuatro varones y de una niña que está en el cielo, Rosa se gana la admiración y orgullo de sus hijos, pues fue madre y padre a la vez y hoy ve en las glorias de sus dos hijos futbolistas, los frutos por los sacrificios que hizo.

Por sus hijos se pone la camiseta del equipo que sea y los sigue a cualquier parte.

Así como se pone la rojiamarilla por Yendrick, también visitaba a Bryan cuando jugaba en el Twente y como es natural, es la primera en hacer viaje al estadio cuando juega la “Sele”

“Es increíble, no tiene precio verlos en una cancha y saber que están haciendo lo que les gusta”, aseguró.

Su hijo Yendrick lo sabe y por eso aseguró que la enseñanza más grande que les dio su mamá es la humildad.

Bryan aseguró que es la persona que más admira porque siempre se sacrificó para darles todo lo que necesitaban a él y a sus hermanos.

Juntos para todo

La mamá de los jugadores también tiene un ritual con sus hijos antes de cada partido importante. Ella les regala un rosario elaborado por ella misma y siempre les da la bendición.

Si bien el amor por el fútbol lo heredaron de su abuelo, no olvidan las mejengas con su mamá en La Sabana. Ella siempre se apuntó a todo con ellos.

Junto a Bryan y Rolvin también hacía de las suyas en la casa, Rosa aseguró que los tres eran igual de torteros, pero como hermano mayor era Bryan el que hacía de “abogado”.

Hasta la fecha, según su mamá, sigue siendo él quien está pendiente de toda su familia.

De adolescente Yendrick se confesó como el más rebelde y según su mami, también era el más noviero, mientras que Bryan era el más tranquilo.

Según Yendrick en lo que más se parece a su madre es en el humor y siempre le encuentran el lado vacilón a las cosas.

Por su parte Bryan aseguró que de ella heredó el corazón noble y la inocencia.

Ambos son muy chineados, según dijo Rosa, a Bryan cuando lo visitan no le puede faltar el buen gallo pinto y Yendrick cada vez que va a la casa en Alajuelita, también encarga un buen pinto con bistec.

Ser mamá de puros hombres no es tarea fácil, según dijo, durante la adolescencia le tocó enfrentar las preguntas incómodas, pero gracias a que se convirtió en su amiga ellos siempre le tuvieron confianza.

Además de los sustos por las lesiones y las tristezas por las derrotas, lo más duro para Rosa es ver partir a su hijo mayor cada vez que viene de vacaciones y regresa a Europa.