Contra todos los pronósticos Abigail Almendárez sobrevivió a su nacimiento y demostró que los milagros sí existen. Su nombre está registrado en la base de datos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) como la bebé que nació con más bajo peso en el país.
Con apenas 490 gramos y midiendo 31 centímetros vio la luz en el Hospital Calderón Guardia con muy pocas posibilidades de vida.
Su madre, Belladira Ramírez, con 40 años en ese momento, tenía cinco meses y medio de gestación cuando la presión arterial se disparó y provocó el nacimiento apresurado de su primera y única hija, el 11 de junio del 2007.
Ya han pasado cuatro años y hoy la familia Almendárez Ramírez recuerda lo vivido con asombro, pues según dicen vieron el poder de Dios.
Abigail se aferró a la vida y sorprendió a los médicos, pues jamás imaginaron su actividad física pese a su talla y peso.
Según recordó su madre, también dejó boquiabiertos a los médicos el hecho de que la pequeña tuviera sus pulmones desarrollados.
“Siempre le pusieron respirador artificial, pero para que descansara. Lo que no olvido es que movía sus pies como si estuviera en bicicleta”, asegura hoy con humor su padre, Erwin Almendárez.
Hoy, Abigail sigue siendo tan inquieta como cuando nació al punto que sus progenitores piensan que es de cuerda.
“No se está quieta un instante, y es muy creativa. Ella sin duda le hace honor al significado de su nombre: fuente de energía”, recalcó Belladira quien agradece a cada minuto el que sea así.
Abigail ya está en la guardería, no tuvo ninguna secuela y tiene una vida normal, aunque tiene que ir cada seis meses por chequeo médico.
Ya los días de aislamiento quedaron atrás así como los cuidados especiales, aunque sigue la lucha para que coma.
Milagro
Desde cualquier lado que se le mire, Abigail es un milagro.
Su madre, Belladira Ramírez, no olvida cuando los médicos le dijeron que le quedaban dos días de vida tras ser intervenida por segunda vez, al mes de nacida por una ruptura en su intestino. A pesar de ello tanto Belladira como su esposo mantuvieron la fe hasta el último momento.
Nadie creyó que se recuperaría, pero no dejamos de orar y hoy es nuestra luz, dijo don Erwin.