Aunque ya está a la vista el primer día de descanso, el dolor y los kilómetros han transformado en un camino arduo cada pedalada de Andrey Amador, quien una vez que termina cada jornada recibe el tratamiento del aparato de ultrasonido, además de una misma rutina de hielo, antiinflamatorios y una sesión con el osteópata después de la cena para terminar con un masaje, que a veces en lugar de aliviar el dolor, lo potencia.
El equipo está contento por la victoria de la etapa 8, pero las circunstancias obligan a mayor sacrificio. “Sé que sin dos compañeros yo no puedo dejar la bicicleta ahora. Además del compromiso que tengo con mi equipo, pienso siempre cada día en todos aquellos que en mi país ven con ilusión que yo continúe en la carrera. Ahora mi gran motivación son ellos y también ese primer día de descanso”, nos dijo el joven tico quien además bromea ante la incomodidad. “Literalmente empecé el Tour de Francia con el pie izquierdo”. Pero uno realmente tiene que respetar a Amador cuando nos recuerda: “La recomendación de cualquier médico ante un esguince de segundo grado es la de total reposo, imagínate como puedo recuperarme si además le sumo la carga de trabajo al tobillo”. La primera experiencia en el Tour siempre causa un gran impacto, el tren de velocidad es uno muy diferente y la colocación en el pelotón es fundamental. Andrey ha tenido que bregar con todo lo nuevo más la lesión. Está bien que aquí se viene a sufrir por la gloria, pero a él ya le tocó una ración extra.
El sentido de responsabilidad que tiene este chico realmente sorprende y con el cariño de tantos desde su patria siente ese cobijo a la distancia.
Lo que a mí me encanta son las porras de su mamá Raisa: “Eso hijito... al frente... para el equipo. Estamos contigo, no afloje”.
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