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Martes 24 de mayo de 2011, San José, Costa Rica
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Opinión

La virtud de la justicia

Julio Rodríguez, periodista

redaccion@aldia.co.cr

Los miembros de un jurado deben ser imparciales y regirse por conceptos claros. No basta la imparcialidad. Este es un valor ético, que necesita el concurso del buen juicio que ilumina las decisiones. Ambos, imparcialidad y claridad mental, van de la mano.

La Liga Deportiva Alajuelense no se presentó al acto de premiación de la Unafut, como coronamiento del campeonato de fútbol pasado, aduciendo injusticia en la selección del mejor jugador de la temporada, del mejor entrenador y del mejor futbolista extranjero. ¿Procedió así por soberbia o por justicia y respeto? Por respeto y por justicia, sin duda alguna, y, a la vez, como lección para la Unafut. Los miembros del jurado pueden argüir que actuaron de buena fe, pero carecieron de criterio, lo que conspira contra la justicia, que significa dar a cada uno lo suyo.

Y lo suyo, en este caso, es su derecho: el derecho a ser proclamados los mejores, más allá de toda duda, pues así lo proclama la evidencia. El mejor jugador no es el de más continuidad, aunque sea una persona intachable y buen atleta. La excelencia es cuestión de contenido probado a lo largo de uno o más campeonatos. El mejor entrenador, por su parte, se valora no por haber acercado a la cima a su equipo, sino por haberla conquistado. En el caso de Daniel Casas, merece todos los elogios por lo primero, pero, en la batalla decisiva, en San Carlos, incurrió en muy graves errores de dirección, pese a jugar su adversario, la Liga, con 10 jugadores desde los minutos iniciales. Y en el partido de ida, en Alajuela, el equipo se amilanó. Óscar Ramírez logró dos campeonatos consecutivos y supo, en situaciones críticas, vencer todos los escollos. El jurado de Unafut se guió por el corazón y no por la razón, la cual exige el análisis objetivo de los hechos para no dañar la virtud de la justicia.