Villa Bonita.- Se socó la faja vaquera, levantó sus artesanales botas del suelo y se subió sobre el animal. Se tambaleó por un momento. El “garacho” se le puso “chúcaro”. Un segundo después se acomodó y cabalgó por los potreros en los que mejengueaba cuando era niño.
Cristian Oviedo dominó al “ruco” con fuerza, con coraje. No le arrugó la cara. Como en la cancha, se amarró los pantalones, en este caso los “jeans” azules.
“Desde que estaba pequeño me gustan los animales. Hace 12 años que crío caballos. Mi abuelo fue el que me heredó el gusto”, dijo el volante, quien en algún momento pensó en estudiar veterinaria.
El experimentado contención nos enseñó su segunda pasión: los caballos.
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