Deportes
Sábado 13 de octubre de 2012, Costa Rica
Pasión por el deporte

La Tricolor silenció el Cuscatlán

¡Más vivos que nunca!

Franklin Arroyo, enviado

farroyo@aldia.co.cr

San Salvador.- Había que ganar, el Mundial pendía de un hilo y se ganó...como debía ser con hormonas, deseo y actitud.

La “Sele” silenció el Cuscatlán, quizá no hizo un partidazo, pero cumplió el objetivo que a fin de cuentas es lo que vale.

La hexagonal está a la vista y el sueño mundialista sigue vivo.

Inmejorable resultado para enfrentar el martes a Guyana en el Estadio Nacional.

Se sudó y se sufrió en exceso porque así lo quiso el equipo patrio pues los locales nunca fueron superiores. ¡Esa bendita costumbre de los ticos de sudar más de la cuenta! Los hombres de Jorge Luis Pinto tuvieron para liquidar el juego y evitar la zozobra de triunfar por 1-0.

Duro y sufrido

La Tricolor se topó con un rival tibio, sin ideas, pobre, muy lejos del equipo fiero que pintaba.

A los salvadoreños les quemó el balón en los pies, abusaron del pelotazo y cuando se vieron acosados optaron por golpear.

Una estrategia raquítica y desesperada que los llevó a jugar a nada y a terminar con nueve piezas en la cancha. Eliseo Quintanilla y Alfredo Pacheco los mejores ejemplos del antifútbol.

El cuadro nacional hizo suya la pelota, la tocó con calma, la quitó con seguridad y atacó poco pero seguro. Destacado lo de José Miguel Cubero, el guardián en la cintura que abrió la cuenta al minuto 30. El volante firmó el 1-0 antecedido por un centro de Bryan Oviedo y el pivoteo de Álvaro Saborío.

El disparo cruzado y rasante, silenció el “Cusca”, atiborrado de camisetas azules deseosas de ver a la Tricolor arrodillada.

Los principales sobresaltos de la Mayor los vivió en ciertos lapsos del segundo tiempo y no por la virtud de la llamada “Selecta”, sino porque errores de los nuestros que cedieron la iniciativa. El mayor susto ocurrió al minuto 70 cuando Keylor Navas no atrapó un balón que se enredó en la parte baja. En resumen, ni la silbatina al himno nacional antes del juego, la serenata la noche anterior y menos las patadas salvadoreñas, sirvieron de nada. Tampoco el grito de ticos “culeros” (homosexuales) para amedrentar a los nuestros. La “Sele” está más viva que nunca.