Miami. - Salió en chancletas, pantaloneta, caminando como si nada, en las afueras del estadio, donde apenas un par de horas antes se había proclamado campeón del Sony Ericsson. Iba sin más custodia que su representante de prensa y el de la ATP, más accesible de cómo uno imaginaría al recién ganador de $659.775 (más de ¢300 millones), con $33 millones acumulados en premios en su joven carrera, número uno del tenis mundial.
Pasó a la carpa de los juntabolas y les dio las gracias; siguió por el pasillo del primer piso como cualquier mortal. ¡Ese es Djokovic! exclamó un jovencito a sus amigos, quedando boquiabierto y aún con el pedazo de pizza a medio camino a la altura de la boca, por el mordisco que no le dio al momento de toparse con el jugador.
“No… Sí… Es Djokovic” –titubearon incrédulos, inmóviles-.
Sí. Era.
Y es. Porque el líder del ránking mundial, entonces caminando hacia a la carpa de un patrocinador, donde se tomaría fotos y daría autógrafos por un par de minutos, no parece tener intensiones de ceder. En Miami, dominó a placer el primer set contra Ferrer (6-2), Mónaco (6-0) y Murray (6-0), en cuartos de final, semifinal y final, y si bien contra los tres necesitó del “tie break” para ganar el segundo set, nunca se vio sus victorias realmente amenazadas.
En cinco idiomas
Novak es champion (en inglés), campione (en italiano), (en serbio), champion (en alemán), y al parecer también campeón (en español). Aunque el libro oficial de la ATP asegura que habla alemán, italiano, serbio e inglés, en Miami fue evidente que entiende también el español.
No lo habla, al menos no en entrevistas. Se niega a concederlas en español, pese a solicitudes de varios medios, incluido el nuestro. De momento, da la obligada conferencia en inglés, como estipula la ATP, y luego responde algunas preguntas en su idioma a los periodistas serbios. Con el español quizás quiere evitar malentendidos como aquel que lo hizo sonrojar en plena conferencia.
Un periodista argentino le preguntó en español su criterio sobre Juan Mónaco, el jugador recién derrotado por él en semifinales. Djokovic puso cara de “no entiendo”, pero de inmediato, con una sonrisa añadió en inglés. “Me agarró mal parado. Me cambió de idioma”. Aún así, se animó a responder sobre Mónaco, pero no habló del jugador sino del torneo venidero, el que se juega en Mónaco. Comentó que él vive ahí, que jugaría el torneo, pero que de momento estaba concentrado en Miami. Fue entonces cuando una periodista le aclaró que la pregunta había sido sobre Juan Mónaco y no sobre el torneo de Mónaco. Un sonrojado Novak Djokovic, se tapó la cara con la mano, se disculpó en inglés con un “tendré que trabajar en mi español”.
Un par de días después presenciaría una entrevista con ESPN, en la que el periodista le planteaba todas las preguntas en español y Djokovic respondía en inglés. Tan solo se animó a un “Hola... Grande”, cuando el reportero, como uno de esos argentinos que meten a Maradona hasta en la sopa, le pidió un saludo para Diego. Está bien, está bien... a inicio de año tenista y exfutbolista jugaron una mejenguita de “fútbol-tenis” en Emiratos Árabes; en otras ocasiones Maradona lo ha visto jugar y hasta le envió una camiseta de Argentina con dedicatoria, aunque también por iniciativa de un medio de comunicación.
Ay si te agarra
Tomó el “pilot”, firmó el lente de la cámara y al autógrafo añadió una frase: “Solo él sabe qué dice”, expresó el comentarista de televisión, presa de un efecto visual. Escritas sobre vidrio las letras se ven al revés, pero con solo darle vuelta habría podido leerse “ai se eu te pego”, como el título de la canción del brasileño Michel Telló, también de moda en Miami.
Tan solo unos segundos antes, cuando la canción sonó en los altoparlantes del estadio, Djokovic había insinuado con las manos un par de movimientos de la coreografía, aunque bastante más tímido que Cristiano Ronaldo, Neymar, Dani Alves, Marcelo o los varios futbolistas que la han tomado como festejo de goles.
Bastó aquel gesto para que un par de partidos después ya hubiese en las gradas dos aficionadas con un gran cartel: “Ai se eu te pego, Nole” (Ay si te agarro, Nole), representantes de una afición que crece rápidamente con tantas admiradoras como aficionados al buen tenis.
La canción volvería a sonar el día de la final, justo cuando el presentador anunció el ingreso a la cancha del serbio, pero esta esta vez “Nole” no se inmutó, metido de lleno en el juego, quizás en un “ai se eu te pego” con otro sentido, el que le receta a los rivales. El que le esperaba a Murray.
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