El apasionado amor que, al parecer, hubo en algún momento entre las altas autoridades del gobierno y la boxeadora Hanna Gabriels, se extinguió como por arte de magia a partir del momento en que tramitó su interés por optar al premio deportivo Claudia Poll.
Así se desprende de sus propias palabras cuando ayer se le preguntó si alguien de ese sector se había comunicado con ella antes, durante o después de la operación para conocer sobre su salud.
La respuesta fue condundente: nadie.
Ningún representante de Casa Presidencial, del Consejo de Deportes ni del Instituto Costarricense del Deporte.
“Estimo que en este momento yo soy considerada como una molestia (a raíz del recurso que presentó ante el Poder Ejecutivo). De todas maneras así es como funciona este país. Yo debo tener un montón de enemigos, a raiz de que estoy peleando por un derecho que me otorga la ley”.
Hanna agradeció a sus aficionados, a la empresa privada y a sus patrocinadores, “que fueron los primeros de estar pendientes y cuidarme”.
“No me inquietan los resultados en casa”
“¿Voy a empezar a berrear? No”
“Soy el más feliz de Costa Rica”
La extraña maldición de la “Joya”
Siete equipos buscan clasificar
Djokovic, un campeón en chancletas
Posada recibió su partido de despedida
Alex le ganó el duelo a Pujols
La pugilista habla del apoyo que ha recibido por parte de la empresa privada. Audio: Rodolfo Martín.