Deportes
Domingo 4 de marzo de 2012, Costa Rica
Pasión por el deporte

Columna de opinión

Jugando en el campo de los sueños

Antonio Alfaro

Editor

Algo tienen en común el basquetbolista de la NBA Jeremy Lin, el futbolista tico Cristian Lagos y un costarricense que a sus 83 años planea ir a un Mundial de natación.

Algo tienen en común, pero no consigo definirlo por más que me la fumo despacio (lo digo metafóricamente, pues nunca he fumado y la Ley Antitabaco, que ojalá supere los escollos, tampoco me motiva a debutar a estas alturas).

Dígame usted... Lin no tenía contrato y dormía hasta hace poco en un sofá, Lagos cortaba racimos de banano en Guápiles y de don Arnoldo no sé cómo ha dormido, ni qué ha cargado en hombros para lograr, ¡a esa edad!, devorarse en 55 segundos la piscina de 50 metros. A mí me bastaría con no ahogarme.

Alguna vez creí que mi silencioso deseo de ver a Lagos triunfar en la Liga correspondía a la afinidad con el “pobrecito”, presente en algún rincón de cada tico, por más que lo queramos negar. Era la historia perfecta: el peón que llega al equipo grande y saca adelante a su familia a punta de goles, en especial a ese pequeño con dificultades para caminar por una malformación congénita.

Me equivoqué. No es cosa de ticos. A no ser de que sean ticos los aficionados en todo en el mundo vueltos locos con la historia de Lin, un perfecto desconocido hasta hace poco, suplente de los suplentes en los Knicks de Nueva York, de repente puesto en escena ante la ausencia de los estelares. ¡¿De dónde salió?! Nadie sabía. Deslumbró en un juego, dos, otro más, hasta convertirse en dueño de portadas, representante de ilusiones.

Leí luego en Al Día la historia de don Arnoldo Soto y entonces lo entendí mejor. Soñé llegar a viejo, correr, convertirme en el mejor anciano del país en los 10 kilómetros. Y es que quizás algo que tenemos en común Lin, Lagos, don Arnoldo, usted y yo. Sueños.