Limón le tiene la medida puesta a Saprissa, al menos cuando llega de visita.
La oncena caribeña se ha acostumbrado a llegar al reducto tibaseño con un planteamiento desinhibido, suelto, atrevido. Ayer aunque desperdició oportunidades de oro, le alcanzó para amargarles el primer tiempo con certero disparo de Andy Furtado desde los once pasos y, finalmente, cuando la “S “volcó los números y amenazaba con aluvión, cerrar con un empate agónico. De esos que chiman. Sabor a triunfo.
Fernando Sosa, espueludo estratega charrúa de los limonenses, leyó con inteligencia y detenimiento el juego que se le venía en el Sapri y sus pupilos lo siguieron al dedillo. Le está sacando el jugo a esa inagotable cantera del Atlántico. Acabada la temporada anterior, quedaron diezmados con la salida de su engranaje de piezas claves. El eterno calvario de los llamados equipos pequeños. Lástima que Limón siga en el limbo de su conducción. Sigue pegado al cordón umbilical de un propietario sometido a causa judicial por alegados graves cargos. Eso debe sembrar de incertidumbre y espinas el devenir de un grupo futbolero que, como el limonense, merece mejor suerte y futuro.
Para los morados, un pasco resultado cuando andan afanados en la búsqueda de contundencia y consistencia. Y a la expectativa de lo que deparen los refuerzos suramericanos que arriban tras romperse el tapón Vergara.
En otras tiendas: Herediano sigue sin ver el sol claro.
¿Y los manudos? Por fin, respiraron en las cumbres de Los Santos. El torneo del verano apenas calienta pero pinta más reñido de la cuenta.
Punto aparte-César Millán, mexicano, inmigrante ilegal en los Estados Unidos, convertido en un mago de la relación del ser humano con los animales.
¿Qué dirá del salvajismo de las corridas de toros a la tica?
