Deportes
Lunes 11 de julio de 2011, San José, Costa Rica
Pasión por el deporte

Una copa a ritmo de tango

Tras los pasos de Larissa

Milton Montenegro, enviado especial

mimontenegro@aldia.co.cr

El sábado en Córdoba, en el estadio Mario Alberto Kempes, donde hoy la Tricolor se mide a Argentina, jugó Brasil contra Paraguay.

Me picaban los pies por ir a ver ese compromiso, pero mientras Neymar, Pato y Santa Cruz, se abrían paso entre los defensas, yo esperaba a que Ricardo La Volpe terminara el entrenamiento.

Así que horas antes y durante un recorrido por la ciudad, me dediqué a andar como piña mal pelada, solo ojos y no por estar conduciendo y tenía temor de brincarme un alto, sino porque pretendía encontrarme a Larissa Riquelme, sí la bella paraguaya, declarada novia del Mundial 2010.

A cuanta paraguaya me topé, la miré de pies a cabeza para comprobar si era la Riquelme, solo me faltó llegar a decirles, usted es Larissa, o ser un confianzudo y de una vez preguntar: ¿“Larissita”?

No tuve suerte y yo deseando observarla en la calle, porque aquí en Córdoba no está como días atrás en Buenos Aires, no hace frío, sino un buen calorcito en las mañanas y parte de la tarde. Por eso andaba como piña mal pelada, porque si la veía, sin duda Larissa iba andar ligerita de ropa.

¡Quién sabe! Si me la hubiera encontrado no le pido una foto conmigo, le hubiera dicho, me guarda mi celular. ¿Recuerdan donde ella tenía bien protegido su celular?

No pude ver a Larissa, pero mirar a tanta paraguaya, es como si los ángeles bajaran del cielo. ¡Qué mujerones! Bellas todas y ¡Ni qué decir de algunas brasileñas que miré andar de un lado a otro! ¡Válgame Dios! ¡Con razón todo el mundo muere por estar en los carnavales de Rio!

Carnaval el mío ante el refrescamiento de vista, como dicen los mexicanos. Me dí el “taquito de ojo”, diay, ‘no solo de pan vive el hombre’.

Y entre lo bueno es que el frío se alejó, no uso ropa térmica, no me pongo dos pares de medias y dos licras, parecía deportista de esgrima, aparte de camiseta, camisa, dos abrigos, bufanda y gorro. En ocasiones daba la sensación de ser el muñeco de la Michelín, ¡solo pelotas!