Deportes
Domingo 27 de noviembre de 2011, Costa Rica
Pasión por el deporte

Columna de opinión

La bendición de no creer en la maldición

Antonio Alfaro

Editor

Me niego a creerlo.

Idos los tiempos del Cadejos, la Llorona y el Padre sin cabeza, tan temidos como disfrutados en la narración de un tío con todos los primos alrededor, me parecen también lejanos aquellos días de maldición sobre el casi leyenda Cartaginés del 40.

El embriagado de gloria cuadro brumoso, que olvidó agradecerle a ‘La Negrita’, según algunas versiones, o lo hizo aún enfiestado, con algunos jugadores a caballo y tragueados ingresando a la Basílica, según narraron otros, no ha sido más que el pretexto perfecto a cada década sin título.

Ya son 71 años y dudo que La Negrita se acuerde. Si lo hace, de seguro es sin rencores para un pueblo ferviente, que se arrodilla ante Su Señora y salta en el “Fello” Meza casi con la misma devoción. El fútbol le importa poco -estoy seguro- al menos el marcador, aunque más de un favor concede -no lo dudo- a quienes piden con profunda fe.

Si por ofensas fuera, Saprissa no habría campeonizado de unos años para acá, desde aquel clásico en el que alguien hurtó la Virgencita de metal que el entonces guardameta liguista Ricardo González colocaba siempre dentro del marco. Al cancerbero se la devolvieron en pedacitos durante el juego, lanzados desde la grada donde la Ultra tiene insultos como letanías.

Saprissa volvió a ser campeón, por su supuesto; incluso cinco veces seguidas.

Así que descansen en paz brumosos: los jugadores del 40, fallecidos todos, y los vivos que aún achacan a maldiciones las décadas de anhelo.

La Virgencita no metió mano en memorables errores arbitrales en finales. Mucho menos elige un plantel casi siempre más discreto que el saprissista, el liguista o el herediano. Hoy, como muchas veces, los pronósticos están en contra. Rétenlos, disfruten, que no existe maldición.