El hombre que el martes hizo felices a 38 millones de polacos con su gol ante Rusia, Jakub Blaszczykowski, sufrió un gran trauma infantil.
Cuando tenía 11 años, su padre Zygmunt, mató a su madre, Anna, delante de él tras una fuerte riña conyugal.
“Fue como si una roca hubiera caído sobre mi cabeza y una semana después despertara y tuviera que volver a comenzar con mi vida y sobreponerme a todo como si nada hubiera ocurrido.
Nunca entenderé lo que pasó ni la razón por la cual pasó", reconoció el jugador.
El padre de Jakub fue condenado a 15 años de cárcel.
Desde su detención, Jakub Blaszczykowski, no volvió a verle más, aunque asistió a su funeral el pasado mes de mayo, retrasando su incorporación a la concentración del equipo de Polonia en Austria.
El pequeño Jakub, que jugaba entonces en el equipo de su pueblo, el Rakow Czestochowa, dejó el fútbol y fue educado por su abuela. Pero su tío Jerzy Brezczec, excapitán de la Selección polaca, lo animó a que volviera a practicar el deporte que llevaba en las entrañas.