Opinión

Julio Rodríguez, periodista

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Algunos dirigentes, periodistas deportivos y el director técnico de la selección nacional de futbol manifestaron en días pasados: primero, es preciso realizar un examen a fondo del trabajo de la selección en estos meses, una vez conquistada la primera fase y en rumbo de la segunda hacia el Mundial en Brasil.

Y, en cuanto al futbol nacional, tenemos que ser realistas y poner los pies en el suelo. ¿Un análisis serio y sesudo? Por supuesto.

Precisamente una de las fallas o carencias de nuestro futbol, producto de nuestra cultura en la materia, es la carencia de análisis de lo que hacemos para detectar los errores cometidos y, con base en ellos, preparar la labor del futuro y no volver a caer en las mismas trampas.

Esto se palpa en buena parte de nuestras actividades. De este modo, siempre estamos comenzando de cero y desaprovechamos las experiencias cosechadas.

Cada campeonato puede ser una mina de experiencias si, al final, los clubes y los dirigentes hacen un repaso serio y objetivo sobre los errores cometidos y sobre los frutos cosechados. Carecemos del sentido de la historia y, de este modo, desechamos uno de los mejores recursos para avanzar: el planeamiento inteligente. Esta es, pues, una oportunidad magnífica para cambiar de actitud y de estilo. No es cierto que estamos condenados al fracaso.

Podemos conquistar esa cima. El secreto se llama trabajo tesonero. En segundo lugar, no se puede planificar ni analizar las fallas cometidas si no partimos de una realidad: nuestro futbol está en un período de transición y requiere una revisión integral.

Ni somos los mejores, ni los peores entre los seis finalistas. Tenemos buenos jugadores que, a punta de disciplina y trabajo tesonero, pueden depararnos ese gran día soñado, que nuestro país merece.