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Martes 19 de julio de 2011, San José, Costa Rica
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Opinión

Una pura habladera en Buenos Aires

Milton Montenegro

Redactor

mimontenegro@aldia.co.cr

Ayer fue de locos en la sala de prensa en Buenos Aires, que se ubica en el Auditorio Buenos Aires Design, en Pueyrredón, en el centro de “Baires” como le dicen los argentinos a su capital.

El salón estaba lleno, más de cien periodistas hablaban y escribían a la vez, eso era murmullo, tras murmullo, pero al poner atención, al afinar el oído, se escuchaban acentos y dichos muy particulares.

“¿Cómo estás querido?”, le dijo un argentino a otro comunicador, quien lo abrazó y le dio un sonoro beso.

Al tiempo que con audífonos puestos, otro periodista hablaba rapidísimo, fijo estaba en una transmisión de radio, brasileño inconfundible por la tonada, pero yo no entendía nada, solo, “bluublablablu, la selecao brasileira”, algo así decía el hombre, pero mencionaba a Brasil.

En esa misma mesa, un tipo se levantó y le dijo a otro: “oye paisano ya casi vamos por los tickets. Así que fresco mijo”, claros colombianos y otro que se hacía el interesante, solo decir, ¿cómo estás boludo. Qué cantidad de gente, viste?, sí argentino dije, pero le veo la credencial y se trataba de un chileno. Seguro quería hacerse el gracioso, o muy polo y se le pegó el “cantadito” de los “Chés”.

No, tal vez no quería delatarse y al decir algo, terminar con el “pú”, sí, así como terminan las frases los chilenos, quizá decía: “en la copa Chile jugó bien pú” y no quería que lo molestaran.

Ni modo, no le valió hacerse el argentino, porque un colombiano comenzó a decirle: “vamos al país de los tartamudos, chi, chi, le, le, lee”.

También apareció uno que preguntó: ¿señor, tú saber por qué la partido mañana ser muy tarde?, un alemán, quien trababa de defenderse en español y no lo hizo mal el hombre, se dio a entender.

También escuché a un tío, no a mi tío, sino a un señor, expresando: “tío y jilipollas”, por supuesto español.

Y estaba el único que nadie le entendía nada, pero feliz hacía su trabajo, con el “arigato” (gracias) que mencionó, se supo que era japonés.

Así que, “arigato” a ustedes, por llegar hasta el final de esta columna, con sabor a tango.