Salir a la cancha y llevar las riendas de un partido no es una tarea sencilla.

Lo que haga o deje de hacer someterá al silbatero al escrutinio público al día siguiente.

Y más cuando se trata de una final o está involucrado uno de los llamados equipos “grandes” del fútbol nacional.

El árbitro Henry Bejarano acumula decenas de anécdotas, pero una de ellas la recuerda con especial cariño.

Este es el relató que compartió con Al Día.

“Una vez venía en el bus de “Conce”, una señora estaba hablando del partido del día anterior, Limón-Saprissa que yo pité, en la radio del bus daban un programa de deportes y unos periodistas estaban criticando al árbitro.

De pronto la señora que iba a la par mía se volvió y me dijo, “él árbitro estuvo bien malo, ¿Usted qué opina muchacho?. Yo le respondí, ¡Verdad que sí, no lo vi muy bien!. Cuando ella me volvió a ver me dice, “Uy, usted... no es el árbitro Henry Bejarano?”.

El chofer del bus que me conocía, se moría de la risa y la señora se puso roja de la vergüenza. Yo le dije a ella, no mi amor, tranquila y le di una palmada”. Uno como árbitro está expuesto a todo, pero lo importante es disfrutar lo que uno hace respetando la opinión de todos”.