Periodista
Llegó la hora de la verdad para don Jorge Luis Pinto y los jugadores de la Selección. Vienen los partidos bravos, esos donde el técnico y sobre todo el futbolista no pueden cometer el mínimo error.
Pinto y los seleccionados deben tener claro (espero así sea) que no es lo mismo jugar partidos amistosos, como el de anoche frente a Guatemala, que encarar un encuentro donde está en disputa el boleto al Mundial.
Ahora es de dientes apretados, de revanchas como la del salvadoreño Eliseo Quintanilla, quien en una entrevista recordó que en la eliminatoria anterior falló un lanzamiento de penal ante Costa Rica y quiere lavarse la cara.
“Tengo una espinita clavada tras fallar ese penal. Esta es la oportunidad para sacármela. Ojalá se me presente la ocasión de anotar y borrar esa mala experiencia”, le dijo el “Cheyo” a la prensa de su país.
Sin duda un aviso para Pinto y los seleccionados, el viernes de la próxima semana en el estadio Nacional, inicia el camino a Brasil 2014.
Atrás quedaron los ensayos, las pruebas y observaciones a los jugadores. Los diez juegos que disputó Pinto, incluido el de anoche, pasan a ser parte de las estadísticas.
Al entrenador le sirvieron esos fogueos para determinar qué hizo malo, dónde se equivocó y si su propuesta es lo mejor para clasificar.
Sin duda un camino empedrado, donde los rivales meterán el pie, halarán la camiseta y verán a Costa Rica como enorme premio al esfuerzo.
En el fútbol no hay mayor cosa que le genere satisfacción a los centroamericanos, que vencer a Costa Rica, sobre todo en una eliminatoria. Don Jorge Luis, deje las poses, los comentarios, los gestos y brincos de actor; mejor envíe a la cancha a un grupo de guerreros, a un equipo que se haga respetar dentro y fuera de casa, a un plantel que gane y si es posible, jugando bien.
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