Editor
Son seis los presidentes desde la última vez que Herediano fue campeón: Calderón, Figueres, Miguel Ángel, don Abel, Óscar Arias y Laura Chinchilla.
El dólar subió de ¢141 a más de ¢500. Me salieron canas. Jurassic Park pasó de ser el taquillón del momento a una anticuada película.
El Nintendo fue a parar a las bodegas caseras, dando paso a varias generaciones de Play Station. El horno de microondas y los teléfonos celulares se metieron en la vida de los costarricenses.
Pocos recuerdan a Baggio, entonces mejor futbolista del mundo, y nadie acierta qué equipo ganó la “Champions” del 93 (¡haga la prueba!).
Ya era justo y necesario un nuevo título rojiamarillo, sobre todo por su paciente, casi franciscana afición, aunque debo reconocer me asaltaron sensaciones encontradas con el Herediano de hoy. Iniciaron en ellos, los muchas veces sufridos seguidores, pasaron por las insensatas declaraciones de un Sotela que a veces parece no hallar diferencia entre jirafas y futbolistas, para terminar en una planilla tan cara como variada.
Tiene jugadores de cepa rojiamarilla, otros acostumbrados a vestir la camiseta del mejor postor, los que quieren al club y los que están de paso, pocos tan heredianos como el hoy “generaleño” Robert Arias o Jafet Soto, ni qué decir Kenneth Paniagua, amamantado en el Rosabal Cordero. Tiene algunos que no aflojan, como Montero o Cubero y otros que parecen ponerle ganas cuando se encienden las luces y los fotógrafos buscan portada.
Muchas cosas cambiaron desde el último Herediano campeón, pero sobreviven sus seguidores, el 6,75% de la afición nacional, según las encuestas, que no pueden medir en porcentajes cuánto merecían celebrar.
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